Dicen que tomó el reverso del guion
y se puso a escribir así, como lo recordaba,
para no olvidarse de nada.

Parece que una mujer se escapó una mañana
de verano.
Se fué a trepar unos molinos, esos, donde unos locos
habían acarreado sus palabras.
Que llegó y se unió a otros iguales.
Iguales de tensos, iguales de locos,
en blanco y negro como disimulando el arco iris
que les asomaba por el pecho.
Escondiendo esas flores y esas aves
que habían llevado para soltar
del otro lado.

Creo que a la mujer el vestido le flotaba sobre
el piso, y la mujer flotaba también,
y que su espalda al descubierto se transformaba en alas.
Una luz naranja la acompañaba hasta que daba
todo eso que llevaba, aunque se sentía llena.

Dicen que cuando regresó esa noche,
ya era el invierno.