Hace años que tenía un gran dilema personal que solo me dejaba dormir 8 o 9 siestas al día: el tema de mi color.
Algunos sabios de Teztlachiuanajatl afirmaban que yo era de color blanco oscuro, otros que mi pelaje era negro claro.
Finalmente se resolvió el dilema: definitivamente soy un gato atigrado.
Sí, atigrado, o sea a rayas, como las cebras.
La única diferencia es que las cebras tienen rayas negras y blancas, y yo solo tengo rayas de color negro.
Ahora puedo dormir tranquilo.
Texto agregado el 25-04-2023, y leído por 91
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