Yo había llegado hace un par de meses a la estación de policía del Barrio de Palermo. La departamental estaba ubicada cerca del jardín botánico sobre la avenida santa fe.
El jefe de la seccional me había comunicado que me pidieron específicamente por el trabajo realizado al desmantelar una red de trata en la provincia de Córdoba y que me encomendarían un caso complejo que hacía tiempo no podían avanzar. Me daban todas las herramientas y me pusieron un policía joven, “aprendiz de detective” le decían, para que me ayudara.
El caso hablaba sobre la desaparición de hermanos gemelos, uno de ellos siempre. A veces, con el correr del tiempo, aparecían sin ningún recuerdo de lo ocurrido, incluso en el mismo lugar que fue visto por última vez o bastante cerca. En otras ocasiones, pasaban días, meses y hasta años sin dar con el paradero del gemelo. Lamentablemente, con el correr del tiempo se naturalizaba y se olvidaba esa situación. Solo quedaba el reclamo y el recuerdo de sus más allegados, hasta que también, cuando el tiempo se extendía por demás, se dejaba de buscar. Sin querer, se olvidaba.
Los primeros meses de trabajo junto con el oficial Ramirez, fuimos recaudando información acerca de las denuncias que habíamos recibido. Se fue hasta el lugar del hecho sin mucho resultado, pero con el fin de poder observar y sacar nuestras conclusiones. Sabíamos que con el tiempo, la investigación iba a ser difícil, pero nunca imposible. A mí me gustaban ese tipo de desafíos y por algo, también, me habían llamado.
La segunda etapa del trabajo fue hacer un llamado a la solidaridad, incluyendo los casos que por otras razones no los teníamos identificados, ya que nunca se había hecho la denuncia o estaban en otra correccional. Ahí, nos dimos cuenta realmente de la magnitud del caso.
La pérdida de un gemelo no solamente afectaba al barrio de Palermo, sino también a zonas aledañas y por fuera de ella. En principio, esa desaparición se daba en toda la capital federal. El mapa de la desaparición estaba distribuida de manera homogénea en los diferentes barrios, lógicamente había zonas más calientes que otras. Además, por el llamado realizado, nos anoticiamos que la búsqueda de gemelos, se expandía a todo el país, no solo a nuestra jurisdicción.
El caso era muy grande y ya la información se nos estaba escapando de las manos. Algunos canales masivos y no tantos, como también radiales, estaban informando del extraño caso de la desaparición de gemelos. El secuestrador del gemelo, así lo titulaban. Con ello había información de la cantidad de gemelos que vivían en la argentina, de cuantos habían sido perdidos y recuperados y cuantos aun, seguían sin aparecer. También se hablaba de una droga mágica, ya que los gemelos perdidos y recuperados, no se acordaban de ese periodo de tiempo y era como si nada hubiera pasado. Simplemente aparecían sin ningún rasgo de haber desaparecido.
Por este motivo pedí una reunión con el jefe de seguridad de la Ciudad autónoma de Buenos Aires, Walter “manteca” Graciani. Ahí quedamos en que mi jurisdicción para la investigación era CABA, pero con posibilidad de cruzar datos con otras provincias. El acceso lo tenía, siempre y cuando le avisara a él los avances del caso y sobre todo cuando tenía que contactar a alguien fuera de la jurisdicción.
Junto al oficial Ramirez seguimos trabajando un par de meses más, hasta que por fin damos con una pista bien concreta. Certera. Había una coincidencia en todos los casos, se repetía el modus operandi. Fue una situación azarosa pero también increíble. Al oficial se le había perdido un gemelo, aunque rápidamente apareció. Él me lo comunico inmediatamente y nos pusimos a ver caso por caso, nuevamente, pero sabiendo lo que el oficial había pasado. Luego de analizar los hechos, pudimos confirmar que teníamos el caso casi resuelto. Teníamos un sospechoso o más bien, había una red de sospechosos.
Lamentablemente y ahí no podía echarle la culpa a la justicia, de confirmarse esta hipótesis, los casos iban a quedar impunes y mucho más no se podía hacer. Solo la satisfacción de haber podido resolver este caso, por más que con el tiempo, siguieran desapareciendo un gemelo.
El nombre del principal acusado o mejor dicho, sospechoso es “el lavarropa”. Ese dispositivo encargado de lavar la ropa sucia. Ese aparato que es un cubo con entrada y salida en el mismo lugar, pero como si fuera una caja mágica, con fondo falso. Ellos son los encargados de hacer desaparecer/perder a un gemelo. A una de las medias del par, a la media gemela. Este modus operandi se da a través de todo el país, incluso a nivel mundial.
Hoy, después de un arduo trabajo, pero no pudiendo conseguir pruebas verdaderas que confirmen el dolo de tal delito, se declaró la inocencia de los lavarropas y están en libertad. Por otra parte los gemelos, ese par de medias que ingresan en este artefacto, son responsabilidad de sus dueños; corriendo el riesgo que sigan desapareciendo uno de ellos.