El mar era una bestia enfurecida que amenazaba con arrasarlo todo. Las inmensas olas agitaban la embarcación que pese a su tamaño lucía como un frágil barco de papel en medio de la vastedad del océano. El Destiny luchaba por mantenerse a flote como si tuviera un alma, como si se negase a morir. Los maderos crujían y se quejaban pero el sonido era opacado por el bramar de la tormenta que resoplaba con la furia de un animal herido. Océano y cielo compitiendo en fiereza. Uno y otro se confundían en la batalla del poder y el Destiny, junto a sus ocupantes, no eran mas que el triste resultado de una sucesión de eventos en descontrol.

Una inesperada y tenue luz en la penumbra ayudó a definir las sombras, el capitán agudizó los sentidos para esperar el fulgor del relámpago, fijó su vista hacia el horizonte; una señal, aunque sea una débil señal que le ayudase a encontrar la ruta hacia la salvación. El relámpago no se hizo esperar y la repentina luz le mostró un angustiante escenario; ante él paredes de rocas eran embestidas con violencia por el agua convirtiéndose en olas de espuma blanca y la embarcación iba directo a su encuentro. El grito de desesperación se ahogó en su garganta, sus ojos se abrieron exorbitados, anegados de pánico ante la inevitable colisión contra el acantilado.

El padre cerró el libro. El cuento había terminado, su niño se había dormido. En las páginas, el resto del navío viajaba hacia lo profundo; madera y agua, sentenciados a un triste destino de muerte, silencio y olvido.


M.D