Juan le agradeció a Martha el interés que ella tenía en hacerle compañía; ella no sabía que en la existencia de Juan no cabía nadie de este mundo. Quiénes lo acompañaron se aburrieron pronto de él. Hacía mucho tiempo que el mismo se había condenado a soledad absoluta.
Juan, desde la ventana contemplaba el cielo nublado, parecía ido de este mundo. Martha golpeó suave su hombro y le dijo:
-Yo no me voy aburrir nunca, - déjame estar a tu lado.
Juan le respondió de inmediato:
-Estás segura de lo que dices.
Ella le contestó:
-Demasiado segura.
Juan se rió y luego le respondió:
-A partir de este momento acompañarás a una sombra.
En el acto dos sombras se fusionaron con la noche.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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