Só deixarei de ter amar quando o véu da morte cobrir minha face, mesmo assim nascerá em minha sepultura uma rosa em cujas pétalas,
de sangue, estará escrito:
Amo você!
Vinicius de Moraes

Yo quería que tú felicidad fuese también la mía,
yo quería que mi felicidad fuese también la tuya,
pero entre esa rutina y esa angustia sedimentada
todos nuestros deseos se fueron desencontrando
así, para qué seguir sumando si podíamos dividir.

Yo quería que tus palabras fuesen eco de mi voz,
quería que tus palabras no precisarán ser dichas,
porque tú voz, la mía fueron un día unísono coro,
ese solo sentido que daba sentido a nuestra vida,
pero la vida es también un arte del desencuentro.

Dejamos nuestro pasado en un rincón olvidado,
estacionárias memorias para esta estación seca,
esos instantes que sabían bien cuál era su lugar,
el recuerdo que nos recordaba nuestro lamento,
pena que vino de repente, no más que de repente

Queríamos nuestra mutua e inconfesable verdad,
esa certeza de la que no nos resta ninguna duda,
la complacencia solidaria para nuestra paciencia,
nuestro encuentro de miradas en el punto perdido
entre la cordialidad, la amistad y el compañerismo.

Asentados, sentados, silentes y nada perplejos,
inconsciente la rutina puso huevos en la herida,
el tiempo nos dió tregua sin plazo determinado,
una infinita jornada de reflexión para la indecisión
que nos dejó tan indiferentes como complacidos.

Vamos a conmemorar nuestro amor autonómico,
la narcisista autogestión de nuestra pasión mutua,
deseo que se desea en una idealizada distancia,
en la ambigüedad de un verbo transitivo directo,
ese que pide aquel complemento que nunca le damos.

No decirlo y ya haberlo dicho porque no necesita,
no es preciso decir esa palabra que el gesto dicta,
aquel mensaje escondido que no sabe ocultarse,
el porque que quiere explicar la dudosa reticencia,
esa mirada pérdida que nunca quiere encontrarse.

JIJCL, 16 de marzo de 2023 (Revisitado