Edmundo Rojas Riquelme fue a confesarse con el cura Benito. El cura siempre exhortaba a los pecadores a alejarse de las malas acciones y a seguir el ejempolo de Jesús. Edmundo ya estaba viejo y no quería irse de este mundo sin confesarse, qué mejor hacerlo ahora y no esperar a mañana cuando podría ser tarde. Sin pensarlo dos veces se dirigió a la iglesia. Durante el recorrido fue recordando todas las fechorías que había hecho en vida; no quería olvidarse de ninguna. Apenas llegó hizo fila, pues pecadores es lo que había. Cuando le tocó su turno, saludó al cura y luego le dijo:
-Menos mal que soy el último pues conmigo se va a demorar mucho.
El padre lo miró con picardía y luego le contestó:
Empieza de una vez que estoy muy cansado.
Edmundo empezó a contarle todos los pecados que había cometido, desde violar a una monja hasta atracar a un cura, masturbarse en la iglesia y otros pecadillos, pero olvido algo importante. Cuando Edmundo terminó, el cura le dijo:
-Te perdono todos los pecados, si me prometes una cosa.
Edmundo de inmediato le respondió:
-Las que usted quiera.
El cura Benito le dijo lo siguiente:
-Para poderte perdonar, lo primero que debes hacer es dejar de andar diciendo estupideces en planeta azul, es un milagro que hasta el día de hoy no te hayan matado. -En la tierra todo llega a saberse.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
@