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Somos fuertes parte 24

Nuria estaba en el piso llorando. En un rincón de su closet desordenado, estaba sentada. Había llorado a mares. Israel le dijo que hablaría con su madre.
- ¿Mamá? – la vio sentada en el piso.
El joven se sentó junto a ella.
-Ven – Israel abrazó a su madre – cuando te vi entrar a la oficina de Isidora me latió el corazón fuertemente. Era una oportunidad para tener la familia que tanto esperaba. No quiero que te olvides de esto, eres una de las personas más importantes en mi vida. Y jamás te sustituiría. No quiero verte así, eres el pilar de esta familia, eres la que nos da alegría. Eres mi ejemplo, y quiero decirte que estoy orgulloso de ser tu hijo.
Israel ayudó a levantarse del piso.
- ¿Qué haremos con ella?
-Primero recupérate. Ya veré el momento de hablar con ella - dijo él.
Israel se armó de valor. Oscar le dijo a su amigo que le prestaba su casa para hablar con su madre. Por mensaje me envió la dirección y ahí se vieron.
Un día después del hospital hablaron. Cintia y Oscar los habían dejado solos en la casa.
-No sé por dónde empezar – Israel fue el primero en hablar.
-No tienes idea de cómo está mi mamá.
-Lo sé. Entiendo cómo te sientes. Escúchame.
Israel se sentó lejos de ella.
-Tenía veinte años cuando me dijeron que estaba embarazada. Estaba estudiando en la universidad. Mi mamá nunca se enteró que yo te tuve. Ella murió el año pasado, murió sin saber que fui mamá a los veinte años, no teníamos dinero, debíamos la renta y nos echaron a la calle por falta de pago. Vivimos debajo de un puente mucho tiempo en lo que yo buscaba un trabajo y estudiaba al mismo tiempo. No quería dejar mi carrera. Te dejé en la puerta del orfanato. Don Fidel me daba permiso de verte. Porque me vio que me regresé cuando te dejé en la puerta. Te cuidé ocho meses hasta que la directora se enteró. Y me prohibió verte. Ella me amenazó con demandarme por abandono. Cuando te vi inmediatamente me recordaste a mi papá. Eres igual a él. Tienes los mismos ojos, el cabello, el color de piel. Me metí a la institución en la que te dejé, no encontré nada y fui a la institución en la que te adoptaron. En la noche entré y busqué tu expediente. Pero ¿Cómo sabes que yo…?
-Vi a don Fidel. Él nos dio tu descripción física.
-Tienes todo el derecho a odiarme.
-Quisiera entenderte, pero no puedo, ella es mi mamá.
-Fue una casualidad – dijo ella – no quería que pasara.
-Entonces ¿no me querías encontrar? – le reclama el joven médico.
-No es eso – dijo la mujer llorando.
-Mi familia necesita tiempo. Yo necesito tiempo.
Un mes después otra mala amiga apareció. Saliendo del supermercado Nuria se encontró con ella. Nuria no se había dado cuenta que Elena la había seguido quería hablar con ella.
-Nuria – la escuchó decir.
- ¿Qué quieres? – le preguntó a Verónica.
-Hablar contigo.
-Yo no tengo nada que hablar contigo. Vete.
-Somos amigas.
-No tienes idea de lo que es ser una amiga. ¡Creíste que fui capaz de maltratar a mi madre! Era tóxica y manipuladora, pero yo nunca la traté como ella nos trató.
-Déjame arreglar las cosas.
-Vete. No quiero verte. Qué clase de juicio tenías. Ni siquiera me diste el beneficio de la duda. Hablarme para saber que todo estaba bien. Te busqué para mi boda y nada. Esas no son amigas. Le creíste a ella.
-Hablé con tu hermano y me dijo que tu mamá me contó mentiras.
-¿Sabes qué? No tengo humor para hablar.
- ¿Qué pasa aquí? – preguntó un hombre – ¿te hace algo esta tipa? – el hombre le preguntó a Verónica.
-Nada, lo que te había platicado.
- ¿A ver, escuchas a mi vieja o qué?
- ¿Qué te pasa? – Nuria se asustó.
El hombre se acercó a Nuria y la empujó.
-Déjala en paz. No te está haciendo nada – Elena salió por detrás de la camioneta de Nuria.
- ¿Qué me vas a hacer? – le amenazó el gusano.
-Partirte la cara – Elena le soltó un tremendo golpazo. Pero el hombre hizo lo mismo. Tirándola al piso.
Verónica fue detrás de ese hombre dejando a las dos mujeres solas.
- ¡Elena! Por dios. Ese desgraciado te golpeó. Te voy a llevar al hospital.
-No. No es necesario. A mi casa mejor.
Nuria subió a su coche junto a la mujer golpeada. Cuando llegaron al departamento la recostó en el sillón. Israel salió temprano del servicio social, llamó a su hijo para que fuera a verla.
El joven entró al pequeño departamento en el que vive Elena.
- ¿Qué pasó?
-Vi a Verónica, intentó arreglar las cosas, pero salió peor porque ese tipo me gritó y Elena se metió y le tocaron los golpes.
-¿Qué hacía ella ahí?
-No lo sé.
-La estaba siguiendo. Quería hablar con Nuria - dijo Elena quejándose del dolor.
Israel examinó a la mujer. Empezó a revisar sus reflejos con su linterna, le tomó la presión y la glucosa capilar. Revisó la cabeza. Le dijo a su mamá que llamara a una farmacia por un medicamento.
-Sería bueno hacer una tomografía para saber si hay algún daño.
-No, de verdad estoy bien.
-Es necesario – insiste Israel. Estaba serio.

Continuará…

Texto agregado el 08-04-2023, y leído por 49 visitantes. (0 votos)


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