he aprendido a vivir... allí mi madre con sus dolores pasajeros y sus olvidos maravillosos que me hace sentir el destino de cada cuerpo...
he aprendido a vivir alejando del bullicio... viajé buscando el amor verdadero... le vi encarnado tantas veces, pero todos fueron estatuas de barro... y al tiempo encontré ese mismo amor sentando en mi silla, solo y triste, habiéndolo perdido todo, sin más nada que esta vida, y allí cerrando estos dos ojos caí a lo más profundo de mi ser... y allí encontré el ave blanca que me llevaba hacia el mar del amor... supe al fin que el amor era lo que soy, y este cuerpo no es más que una simple balsa, y estos pensamientos tan solo testigos de aquel milagro tan bello...
he aprendido a vivir sin más nada que el traje de la humildad y una sonrisa que nace en mi corazón... y sigo viviendo sobre estos dos pies sin saber cuándo y donde será el final de este largo camino que es el tiempo...
he aprendido a llorar y no de dolor o tristeza, sino de amor y gratitud que uno encuentra cuando se abren las puertas de toda la claridad...
he aprendido a vivir no siempre feliz ni triste, sino andando cayendo y levantando todas mis cruces... y sobre el monte más alto, esperar los clavos hundiéndose sobre mis brazos y piernas para entender que hay algo más allá que los cuentos y alegorías... que encantan que hay más vida más allá del final de todos los tiempos... cuando he aprendido a vivir sabiendo que este paso por el tiempo no es más nada que un errar y un acertar una y mil veces más...