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Somos fuertes parte 23

Isidora recibía sus quimioterapias en el hospital de cirugía bariátrica. El especialista era honesto con Israel y le decía que, si en los últimos dos meses el tumor no disminuye de tamaño, las probabilidades de vivir para Isidora eran poco prometedoras.
Después de hacer los estudios para ver el comportamiento del tumor, el doctor se dio cuenta de que el tumor había crecido y que había una metástasis en el hueso. Eso le estaba provocando dolores en todo el cuerpo.
Ya era doloroso ver morir a una de las personas que lo vio crecer, ahora se enteraría quién es Elena.
A Nuria se le ofreció conseguir unos materiales para la escuela. Israel la acompañó y ahí fue cuando a los dos una parte de su mundo se le desmoronó.
Antes de subir a su camioneta, Israel vio de lejos a Fidel, el portero de la primera institución en la que estuvo.
-Ven – le dijo Israel a su madre.
- ¿Qué pasa?
La mujer cruzó la calle detrás de su hijo.
- ¿Fidel? ¿te acuerdas de mí?
-No veo muy bien – dijo Fidel – claro. Debes ser Israel. Claro. Que me acuerdo de ti. Te identifiqué por la marca en tu rostro.
-Ella es mi mamá.
- ¿Tu mamá? – preguntó Fidel – ah claro, si adoptiva.
- ¿Cómo has estado?
-Viejo. La última vez que te vi fue cuando te llevaron de ahí. Tienes los mismos ojos de tu madre – comentó Fidel sin saber lo que provocaría.
- ¿La conociste? – preguntó Israel.
-Claro. Era una mujer con el cabello rizado, frondoso. Tenía una peculiar mancha en la cara. En la mejilla derecha. Ahora verás ¿Cómo se llama? Elena, pero era como cigarro, o algo así era su apellido.
- ¿Elena Garro? – preguntó Nuria.
-Ándele. Así se llama tu mamá, y tiene un lunar en la mejilla derecha. Me voy porque ya no voy a alcanzar pan.
Fidel caminó apoyado en el bastón y se alejó de ellos. Madre e hijo subieron al carro y no hablaron en todo el camino.
Nuria bajó del auto y se metió al cuarto. Estaba molesta. Resentida. Dolida. Lloraba porque una vez más le habían mentido y traicionado. Emilio le dio espacio a su hijo para pensar las cosas. Y apoyó en todo momento a su esposa. Emilio reiteraba que Elena nunca le había dado buena espina.
Nuria se citó con Elena en el estacionamiento de una plaza.
-Hola, amiga ¿por qué me citaste aquí? – le preguntó Elena.
-Eres una desgraciada – Nuria le soltó una bofetada.
-Pero ¿por qué me pegas?
- ¿Cómo te atreves? ¡Fingiste ser mi amiga!
- ¿De qué hablas?
- ¡Eres la madre de mi hijo!
Elena le saltó el corazón.
- ¿Cómo lo sabes?
- ¡¿Todavía te atreves a decir que Verónica es mala amiga y tú qué?! ¡Eres igual que ella!
-Por favor, déjame que te explique. Yo lo sabía.
-Cállate. ¡No quiero verte nunca más cerca de mi familia!
-Nuria, espera que te explique cómo pasaron las cosas.
Nuria subió a su automóvil y se perdió en la oscuridad del estacionamiento subterráneo.

Israel hacía lo propio con sus amigos.
- ¿Qué hago?
-Amigo. Te voy a decir una cosa – le dijo Francis – sabes que soy un desmadre, pero también lo he pasado mal. Sabes que mi mamá murió hace ocho años. Se la llevó el cáncer de mama. Ahora, tú tienes dos mamás.
-Dale la oportunidad de explicarte. Escúchala. No eres nadie para juzgarla – le recomendó Oscar.
-Soy tu novio y te apoyo en todo. A mi me costó recuperar la relación con mi padre. Pero lo hice. Mira a tu mamá. No ha podido recuperar la relación con su mamá, papá y hermano.
-Habla primero con tu mamá. Ella siempre será tu mamá, pero Elena merece ser escuchada – Francis tomó la mano de su amigo.
Israel se desbordó en llanto y sus amigos y novio lo abrazaron.

Continuará…

Texto agregado el 01-04-2023, y leído por 63 visitantes. (0 votos)


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