I
En un lúcido ensayo sobre Julio Cortázar y su obra, Gonzalo Celorio desnuda buena parte de las preferencias, temas recurrentes, juegos y obsesiones de Cortázar. Hace un recorrido puntual sobre varias obras y cuentos fundamentales del escritor, pasando por Rayuela, Continuidad de los parques, Casa tomada, La vuelta al día en ochenta mundos, Último round y muchos otros textos, que muestran con plenitud la viva imaginación del escritor, sus técnicas, juego y ruptura de las formas tradicionales de narrar y del lenguaje.
La ruptura y el juego, aparecen como constantes en sus novelas, cuentos, poemas, textos breves, etc. Sobre el juego, Celorio anota en su ensayo:
“Y ahora el juego. Bueno, no ahora: siempre. El juego, siempre. Hasta el dolor, hasta la separación, hasta la muerte. Preferible morir por jugar que vivir muerto por no jugar”.
2
Leo “Tres libros”, de Julio Torri; encuentro en él una serie de textos breves de magnífica factura: anécdotas de la vida cotidiana, minificciones cuya fuente son textos griegos, reflexiones diversas, sabiduría popular, crítica literaria y social. Como esta interesante cita:
“El notable periodista don Luis Lara Pardo solía decir que las mujeres ganan las discusiones con tres argumentos únicamente: sí porque sí; no porque no; y sí pero no”.
3
Me gustan algunos gatos como: don Gato y su pandilla, Félix el gato, O´malley, el gato con botas, un gato hidráulico, mas no los de carne y hueso. No tengo nada en contra de ellos, pero nunca he sido afecto a tener uno. Un bicho de éstos se ha colado en la casa de Irene Adler y le ha robado el corazón, a tal grado que hasta nombre le ha puesto: Miauricio. Ahora que ella está con su tobillo fracturado he tenido que ayudar de alguna manera, dándole de comer y beber al minino en cuestión, que se me repega a las piernas y me maulla como si fuéramos íntimos amigos. No lo somos, pero esta criatura negra como la noche, me causa cierta ternura.
4
Me he dado cuenta que cada vez que escribo, mis textos son más cortos. No sé si mi imaginación se ha ido de paseo y son tan breves porque no tengo nada que decir. La economía de palabras para expresar algo es un don. Yo, no creo tenerlo. Sin embargo, me apego a esta cita:
“Ley de salud mental: no sufras por cosas imaginarias”.
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