Somos fuertes parte 21
Por la tarde, Flavio y Francis estaban en la alberca y Oscar e Israel estaban recostados en los camastros.
-Oscar ¿quieres hacerlo? – Israel le preguntó.
- ¿Te refieres al sexo?
-Sí.
Los dos jóvenes se fueron al cuarto de Oscar y ahí los dos tuvieron sexo, mucho sexo. Se despojaron de su ropa veraniega quedando desnudos. Se besaban, juntaban sus lenguas.
El último día de vacaciones Alex en el desayuno dijo lo que le inquietaba.
- ¿Qué tienes hijo? – le preguntó Emilio en la mesa.
-Es que ellos – señaló a Francis y Oscar – estaban haciendo cochinadas en las regaderas.
A Francis se le fue chueco lo que estaba comiendo y Oscar se puso colorado como tomate.
Todos se quedaron callados. Flavio se levantó de la silla para auxiliar a la joven.
- ¿Estás bien?
-Sí – respondió ella con dificultad – voy al baño.
Oscar siguió a su novia. Los dos se sentían avergonzados. Israel se quedó en la mesa, estaba apenado con sus padres.
-Lo lamento – se disculpó Israel.
-Tranquilo, hijo. Yo hablaré con Alex al respecto. Ellos son novios y es normal tener una vida sexual - dijo Nuria.
-No es nada del otro mundo – Emilio le dijo a su hijo.
Israel le reclamó a Francis por el descuido.
- ¿Podrías tener más cuidado? – le reclamó Israel.
-No te enojes. Tenía muchas ganas, lo vi desnudo y se me antojó, es mi novio.
-Lo sé, Francis. Pero dijimos que nada de exhibicionismo. Mi hermano es menor de edad.
-Tranquilo, viejo. Fue mi culpa. Yo le pedí tener sexo en las regaderas – Oscar defendió a su novia – tenía muchas ganas de coger ahí. Perdón, no volverá a pasar.
-Está bien.
-No te enojes – le rogaba Francis.
-No estoy enojado.
Más tarde, la mujer caminaba por la playa mientras Oscar descansaba en un camastro sobre la arena.
-No te enojes conmigo. No lo vimos – mintió - No me gusta verte así conmigo. Enojado.
-Ven acá – Israel abrazó a su amiga y le dio un beso en la frente – que no vuelva a pasar.
-Lo prometo.
En su conciencia llevará lo que Francis hizo sobre la arena.
Regresando de la playa, Nuria pensaba cómo abordar el tema del sexo con el adolescente. No era lo mismo tratarlo con sus alumnos que con su propio hijo.
El que no la estaba pasando nada bien era Gonzalo. Harto de todo lo que pasaba en su vida tomó otra decisión. Roberto de nuevo había tomado sus maletas y se había ido con su otra familia. Buscó en internet asilos económicos. Encontró uno en el centro de la ciudad. El pago era accesible. Primero asistió ahí. Y tuvo una entrevista con la trabajadora social.
- ¿Qué edad tiene su mamá? – pregunta la trabajadora.
-Tiene sesenta y ocho.
- ¿Padece alguna enfermedad?
-Lo desconozco.
- ¿Alguna demencia?
-No.
-Entiendo.
-La verdad es que llevo muy mala relación con ella. Seré honesto. Ella ha dominado mi vida y ya no puedo con eso. Espero que me comprenda, pero si hay un problema por esto, conseguiré otro lugar.
Gonzalo se levantó de la silla y antes de salir de la oficina, la trabajadora social le dijo que se quedara.
Le mostraron todas las instalaciones, las habitaciones y los servicios con los que cuenta el lugar. A Gonzalo le pareció un lugar tranquilo en el que su mamá pudiera pasar los últimos años de su vida. Era la única forma en la que él podría comenzar a vivir.
Le habló al abogado que tuvo en la delegación para que le pasara toda la información a su hermana.
- ¿Qué se le ofrece aquí? – preguntó Emilio.
-Soy el abogado Martín Herrera. Soy abogado del señor Gonzalo Escalante.
- ¿Pasó algo?
-Necesito hablar con la señora Nuria Escalante.
-Bien. Está arriba, en un momento viene.
Nuria vio al abogado, fue extraño verlo en la sala.
- ¿En qué puedo ayudarle?
-Buenas tardes, señora. Me envía mi cliente, el señor Gonzalo Escalante.
- ¿Qué pasa?
-Es acerca de su madre. Mi cliente alojará a la señora Julieta en un asilo, ahí le solicitan que los dos responsables de ella firmen una serie de papeles que tengo en mi poder.
- ¿Mi mamá va a estar en un asilo?
-Así es. Mi cliente me dijo que, si usted tiene una objeción, entonces que me indique la hora y día en el que le traigo a la señora para alojarla aquí - lo dijo a manera de chantaje.
Eso era ridículo pensó Nuria. Era muy cruel dejar a su madre en un asilo. Pero la misma Julieta orilló a sus hijos a actuar así. Nuria firmó los papeles para autorizar el alojamiento de su madre, el costo y las fechas en las que se tendrían que hacer el depósito a la cuenta del asilo.
-Perdón que pregunte, pero ¿y mi papá?
-Su padre, según me informa mi cliente, se fue de la casa. Al parecer está con su otra familia.
-Entiendo.
-Lo único que le puedo decir es que su hermano tiene otro trabajo. Y ya no vivirá ahí. Su madre será ingresada al asilo la próxima semana. De todas formas, si hay algún inconveniente yo mismo me pongo en contacto con usted.
Nuria tenía un nudo en la garganta.
Continuará…
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