Nunca invito al cielo cuando estoy en el infierno; tampoco invito a un encuentro con la poesía, te puede quedar gustando y te metería en serios problemas. Sí es tu decisión estás invitada. Primero tomaremos café; luego te invitaré a descargar lo que traes demás. Sí no traes lastres en el alma todo será más fácil. No intentes regresarte, ya cerré la puerta de la realidad. No dejaré que renuncies al amor y la poesía. Los dos no tienen precio; por eso no sé venden ni sé compran. En esta época todo tiene un precio exagerado, menos la poesía y el amor, dos inutilidades bien bellas, que te permiten ser tú y me dejan ser yo. Vivimos en una época donde todos son nadie. No te preocupes si afuera llueve, en mi alma ya está haciendo sol.
Yo no te voy enseñar a escribir versos con un cuchillo; a mí no me gusta ver teñida de rojo la página. No voy a enterrar espinas en tu alma; no voy a convertirte en un monstruo que me apuñale todos los días. Dejaré que aprendas por ti misma. Soy discipulo de Sócrates: "sólo sé que nada sé". Tú llegarás a ser mejor que yo; a mí tan solo me gusta romper esquemas, sin causar problemas a nadie.