Hola, ¡Buenas noches! Quiero compartir con ustedes un poema reflexivo dónde dos amantes comparte un vínculo y un secreto. Ya que esto es un borrador. Me gustaría conocer su opinión. Se los agradecería mucho. Eso me ayudará a seguir mejorando. Gracias de ante mano. Espero lo disfruten.
Interrumpes mi beso con los dedos de tu mano. Agradeces con distancia al incorporarte en la cama, con el aliento aún tostado en la boca. Abres tus piernas y la escena se transforma; la veo, la distingo abatido entre sabanas. El riesgo vincula mi alma a la tuya, al momento. Pero tu mirada solitaria y aún excitada me invita a morder mis labios. Tan solo agradezco el instante, que preso me enseña la rivalidad que existe entre si te tengo o no te tengo. Pero, la pasión se vuelve oro y el deseo tan solo plata, entre ellas el sentimiento y el impulso arrebatan el pudor. Tú mirada avista mi sexo endurecido como el mármol. Sofocado de ganas me cuestiono qué clase de juego erótico tienes planeado y reconozco el detalle que dejas húmedo bajo la puerta de tu Venus. Aprendo a no ir deprisa, a disfrutar el gesto callado de tu tiempo. Comprendo que la arrogancia consume la idea de conquistar tus deseos. Ahora, sucumbo ante la idea de besar tus tobillos, tus rodillas, hasta morder tus muslos y entonces tú voz se llena de pequeños gemidos, sintiendo tu cabello la brisa del verano. Tus manos estrangulan las sábanas y tus ojos me llaman con una mirada furtiva llena de hechos. Entonces, entrego las ganas que tiene mi lengua de lava, ante la pequeña brecha húmeda de tu hoguera, alimentando un preludio que incendia tu vientre, que endurece tus pezones. Exploto una vez más tu sexo en mi boca mientras tu cuerpo agoniza ante el orgasmo bañada en sudor. Somos concientes del juego al ver nuestros pómulos colorados. Tan pronto como mi voz se pasea en tu oído; aclaro, lo que fuimos ayer, lo que somos hoy y lo que seremos mañana. Porque esto no es un juego al azar, ni un sentimiento llamado amor. Esto es solo sexo, una brasa que despoja el pudor del pensamiento, despierta y crispa la espalda. Soy sensato, lo suficiente para quedarnos callados. Para admitir nuestro encuentro bajo el ocaso sabatino, con los cuerpos desnudos y la proxemia de tu boca y la mía descubriendo con un beso nuestra vida.
Galder K.
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