Era tan puta y a la vez tan santa como la madre Teresa de Calcuta. Todos la manoseaban y le echaban monedas por la vagina. Los devotos llegaban de todas partes. Como si fuera la candida Erendira todos tenían que hacer fila, mientras ella atendía a uno por uno en un camastro. La mayoría salían satisfechos, a excepción de uno. En lugar se subirsele encima la mandó a vestir.
Ella lo miró sin asombro; primero se limpió con una franela roja, pues estaba empapada de semen. Luego se vistió de blanco. Cuando estuvo lista él le preguntó:
-¿Cómo te llamas?
Ella le respondió:
-Alicia, me dicen la reina de las caricias.
Ella iba a seguir hablando, pero él la interrumpió y le dijo:
-Es decir que sos maestra en el arte de acariciar.
Ella sin vacilar le respondió:
-Eso dicen, yo les acaricio el alma con palabras.
Él volvió a interrumpirla y le dijo:
-Entonces eres maestra en el arte de la palabra.
Ella tan solo le contestó:
-Eso parece, yo les toco el alma y ellos se vienen antes de metermelo - la mayoría son viejos verdes que escriben poemas a las prostitutas - te aseguro que ninguno ha sido capaz de desvirgar mi alma. -Soy tan virgen como sor Teresa de Calcuta.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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