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Intención o casualidad:
Reflexiones de una Lectora Escritora,
Sobre las Críticas a Obras en Proceso


Primera parte:
¿Por qué me siento así?

El otro día, compartí uno de los capítulos de mi novela en la carpeta virtual del taller literario en el cual participo. Tenemos un drive en el que los documentos pueden ser leídos y comentados por los participantes del taller. Durante la reunión, le pregunté a los presentes si se animaban a echarle un ojo al documento y ayudarme a identificar los factores que pudieran estar frenando el potencial del relato, la comprensión lectora o el flujo de la narración.

Dentro de quienes se mostraron interesados en ayudar, un colega se tomó el tiempo de revisar la primera página de dicho capítulo. No. No solo eso. Creó una copia del documento y fue, párrafo por párrafo, marcando de verde las partes que sentía como claras y entendibles y en azul, todo lo que bajo su criterio no se comprendía muy bien. Pues bien, mi relato constituía un gran cielo despejado, un día de sol cualquiera, y el verde se mostraba únicamente como pinceladas en las frases iniciales de cada párrafo. O algo así.

Seré sincera. Decir que experimenté “sentimientos encontrados” al leer el documento no le hace justicia al mar de pensamientos, sensaciones y reflexiones que el análisis de mi colega causó en mí.

El primer estado emocional que experimenté fue el de negación: “no puede ser”, pensé agobiada. Leí veinte veces cada proposición marcada de azul y su correspondiente comentario: No entendía qué era lo que no se entendía.

«¿Cómo puede ser que el estado de ánimo del personaje se encuentre desplomado sobre el sillón?», comentó el colega. «¿Por qué dice que la protagonista “no sentía nada” en un momento trágico del relato?, ¿quién es Confucio?, ¿quiénes son las Moiras y por qué tejen los hilos del destino del asesino? La verdad es que no entendí nada… ¿No sería mejor que dejaras las metáforas y crearas un diálogo… como este:...?».

Yo: ¿?¡!¡!¿?¡!

Entonces, la segunda emoción que me invadió, fue la rabia. Primero, contra el colega: «¡Qué va a saber él!», dijo la voz de aquel infame que habita en alguna parte de mi ser, ese llamado Ego (el argumento de que el colega de los dos colores ya haya publicado un par de libros, no le interesa; tal ego tiene mi Ego).

Mi furia, sedienta de discordia, se volcó luego contra mí misma: una avalancha de autocrítica bajó desde no sé donde. Si me invadió desde el exterior o me comió desde adentro no era relevante en aquel momento, pero esta fue cubriéndome, empapándome, ahogándome; llevándose consigo, cima abajo, todo el sentido de mi propuesta literaria.

Aún sumergida en las profundidades de la impertinente autocompasión, comprendía que esas autocríticas no eran de las buenas, no eran constructivas ni creadoras. Fiel a mi naturaleza rebelde, no iba a darme por vencida tan fácilmente. Tenía claro que no “debía” sentirme así después de recibir una crítica, pero no estaba tan segura de cómo evitarlo.

Reflexionaba sobre la cantidad de momentos parecidos a este que me tocaría vivir en el futuro dentro de talleres y espacios literarios. Esta no sería la última vez en verme situada fuera de mi zona de confort, exponiendo una creación propia, como ser un escrito, un poema, una canción, ante los ojos críticos del mundo exterior; pero tampoco había sido la primera.

En algún lugar entre mi Ego herido y la lógica, entre metáforas inentendibles y claras intenciones, recordé mis orígenes.

El amor por la literatura había estado en mis genes desde los tiempos de mi bisabuela; y en mi rama de árbol genealógico, florecían las expresiones artísticas como la danza, la música, la escritura y el teatro. Los hijos de mi madre somos casi todos artistas; y de los cinco de mi padre, los tres mayores también lo son. Crecí y me hice con la crítica. Eso de exponer el ego y el proceso psicológico que abarca, era algo muy familiar, simplemente.

Entonces, ¿por qué me sentía así? ¿Si no era mi Ego herido, qué era? Respiré profundo y una certeza se concretizó en mi mente: «no lograba valorar la crítica, porque para hacerlo yo tenía que entenderla», y del mismo modo, perturbador e intruso, nacieron algunas otras preguntas.

Si quien critica un texto dentro de un taller, no es el lector ideal de Umberto Eco, o no por completo; ni tampoco el lector subjetivo de Barthes; o quizás un poco de ambos, mas si el lector es tu colega del taller que, además, es escritor, ¿estamos conscientes de dicha ventaja, esa de ser un lector-escritor?

Si el texto expuesto a la crítica dentro de un taller literario es una obra incompleta, en proceso, ¿por qué se realiza la crítica desde una perspectiva que no concientiza previamente los objetivos del escritor y mata al autor antes de que el sentido completo del texto haya tomado forma, su forma compleja, de objeto, de obra (para su posterior interpretación por el lector post-publicación, obviamente)?

Tenía muchos pensamientos que desenredar así que me propuse hacer lo que siempre hago cuando algo me confunde: reflexionar, escribiendo.



Segunda Parte:
Leer como escritor/a

Pongámos ciertas cosas sobre la mesa. Primero que nada, asumamos que la crítica de un texto, a nivel taller, se ejecuta en base al conocimiento del código escrito y que la mejor manera de aprender a escribir es leyendo… como escritor.

En su artículo “Leer como escritor”, Frank Smith (1983) sugiere:

«(Así pues,)... podemos leer de dos maneras (edit: como lector, como escritor) y sólo una de ellas sirve para adquirir el código escrito. Este hecho explica por qué determinadas personas que son buenos lectores no son además escritores competentes. Se trata de individuos que leen exclusivamente como lectores (como un receptor). Pocas veces o nunca leen como un escritor. Las causas de este hecho pueden ser muy variadas: no quieren pertenecer al grupo de los escritores, no se identifican con este grupo, no ven ni el beneficio ni las ventajas de la utilización de la expresión escrita, etc. Las consecuencias son trágicas para estas personas, ya que si no pueden o no quieren leer como un escritor, difícilmente adquirirán el código escrito y raramente llegarán a ser escritores competentes.»

La crítica literaria es una interpretación, análisis y emisión de juicios acerca de un producto literario, a partir de parámetros teóricos, cuya función es generalmente brindar un guía al lector que se enfrenta a una obra.

Una colega de mi taller, que se mostró interesada en colaborar con este proyecto, me otorgó una categorización de los tipos de críticas que ella reconoce como presentes dentro del contenido que la escritora y asesora editorial Lorena Amkie, nuestra querida tallerista, ha abordado en su canal de Youtube.

I. Trama y personajes
II. Tiempos verbales y continuidad
III. Claridad y redacción (corrección de estilo)
IV. Ortografía y formato


Dentro y fuera de las ramas de esta categorización, se habla también de las críticas negativas o positivas y de las subjetivas versus las objetivas.

Tomando todos estos aspectos en cuenta, el crítico de una obra en proceso en un taller literario brinda los apuntes o comentarios que estime conveniente. Pero más allá de estas estructuras, desde una perspectiva filosófico teórica:

¿Dónde buscamos el sentido de un texto literario cuando realizamos una crítica?



Tercera Parte:
El taller como espacio literario de retroalimentación.

Son muchos los sentidos que habitan un texto literario. La teoría de recepción, sostiene que el lector tiene un carácter vivo, que completa una obra y que reconstruye su significado al darle su propia subjetiva interpretación desde su propio legado de voces, su particular camino lector. En el proceso, el lector va desnudando el texto, capa por capa, para acceder a diferentes niveles de sentido.

Los diferentes niveles de sentido pueden ser gramaticales, semánticos, culturales, entre otros, y cada uno de estos responde a su propio mundo de estructuras, normas y debates.

Aceptar críticas
Una perspectiva muy compartida entre diversos escritores es que, como escritora, hay que hacerse cuero duro y tomar las críticas que te den sentido, dejando de lado las que no. En lo personal, me parece bastante lógico. En el ámbito general de la vida, así es como una debe tomarse las cosas. El único problema es que, cuando de críticas literarias se trata, tengo dificultades para diferenciar las que debería tomar en cuenta, entre las que no.

Una opinión lectora
Mi experiencia hasta el momento ha sido que la línea entre los tipos de crítica es algo difusa. Muchos de nosotros, amantes de la literatura, no contamos con las herramientas necesarias o desconocemos los términos adecuados para entregar una crítica clara y constructiva; además de lo polémico que puede tornarse una simple opinión.


La intención y la interpretación
Una tarde, leía en voz alta para mi madre un extracto de un libro que relataba el encuentro furtivo entre dos personajes principales a la salida de unos baños en un lugar de eventos. Mi madre (e imagino muchas otras personas como ella) no pudo dejarse llevar por la romántica descripción del encuentro, dado que el entorno cerca de los baños le producía asco. El escritor nunca dijo que los baños fueran sucios, por el contrario, la descripción del pasillo donde se encontraba esa área de servicio, daba para pensar lo contrario, pero así es como juega nuestra mente. Por tanto, podría decirse que la elección del autor al haber retratado un furtivo primer encuentro entre dos futuros amantes dentro de este contexto, puede jugar en contra de su objetivo, ya que habrá quienes no perciban esa escena como algo romántico, aunque los baños estuviesen limpios.

A veces, se desea describir algo, ficticio o real, usando elementos que confirman, acentúan o reflejan la emoción de la escena: imagino el mismo encuentro romántico del párrafo anterior, pero esta vez en un jardín botánico, una tarde de primavera.

Otras veces, en cambio, el autor quizás pretende usar el arte de la letra y la proposición para buscar el choque, la provocación, que nace con un espasmo literario, para acabar siendo un causal, aunque sea de náuseas.

El autor puede, conscientemente, haber elegido el contexto de los baños para dicho romántico encuentro porque para el escritor ese espacio refleja, quizás, una realidad existente, una dimensión o perspectiva diferente, aunque no sea una realidad aceptable para todos. La intención del escritor puede ser también, justamente, enfatizar en el contraste del amor puro en un mundo horrendo y por ende, hace uso de esa locación. De por cierto, le guste o no a las madres, muchos encuentros amorosos ocurren justamente en el área de los baños.

Son justamente las intenciones del escritor algo sobre lo cual no se habla mucho en mis círculos, por lo menos, no en relación a las críticas. Por el contrario, el procedimiento de una lectura dentro de talleres literarios implica generalmente no decir nada, no dar explicaciones respecto a las intenciones u objetivos que tuviera el autor de un texto.

Cabe mencionar que existen diferentes corrientes teóricas y perspectivas dentro de la crítica literaria que abordan el rol del autor, de la obra y del lector y la relación entre estos, pero ya que no hacen particular mención del rol del crítico tallerista, no profundizaré en ellas por ahora.

Recordemos que dichas perspectivas, hablan de la crítica de una obra finalizada, y por ende, el lector no tiene forma de saber las intenciones del autor pero tampoco debería: el texto sale del autor y se convierte en obra, objeto que en las manos del lector vivo vuelve a ser un texto que este interpreta y reconstruye en una nueva obra.

El taller como espacio literario de retroalimentación
Dentro del tallerismo, realizamos una lectura para brindar una crítica literaria desde la perspectiva del lector común, del lector final, algo así como el lector modelo de Umberto Eco, pero no necesariamente desde una perspectiva análoga a la del autor.

Pero, ¿si estamos leyendo como escritores?, ¿por qué no incorporamos la intención y los objetivos del autor al criticar algo de su obra?

¿Será que dichas intenciones y objetivos se encuentran implícitas dentro de aquello llamado “estilo”, quizás, como ir a misa pero nunca oír el nombre de Dios?

¿Será que también hay algo de obviedad en el asunto, que la intención del escritor es claramente identificable pero solo para quienes cuentan con una vasta experiencia lectoescritora, o sea, un lector que posee la experiencia de un buen escritor, uno que ha leído tanto como ha escrito y, por ende, logra captar los objetivos del autor de un texto “entre líneas”?

Si dentro de los marcos de un taller, un espacio literario, supiéramos cuáles son las intenciones del autor antes de la lectura, ¿ejecutaríamos nuestra crítica del mismo modo?, ¿se vería esta crítica influenciada de mayor o menor subjetividad?

Era ya de madrugada, los pensamientos eran un caos en mi cabeza y necesitaba espejearme con alguien para poder ponerlos en orden, de otro modo, no llegaría a conciliar el sueño; pero esa noche no había nadie despierto. Así fue que conocí al chatbot de inteligencia artificial desarrollado por OpenAi, chatbot GPT-3, versión davinci.

Intrigada con cuáles serían las aptitudes de este chabot de inteligencia artificial para actuar como la contraparte que yo necesitaba en esos momentos, le pregunté:


—¿Podrías generar un texto literario que presente algunos de los típicos errores que los escritores de novela a nivel principiante cometen?

—Claro —me respondió—, aquí te presento un breve texto que ejemplifica algunos errores comunes en la escritura de novela a nivel amateur:

«"La noche era oscura y tempestuosa. Juan, el joven y apuesto héroe de la historia, caminaba por el bosque, sintiéndose valiente y decidido. De repente, se encontró cara a cara con la malvada villana, que estaba dispuesta a acabar con él. Sin pensarlo dos veces, sacó su espada y se lanzó al ataque.
Pero lo que no sabía Juan era que la villana era más astuta de lo que parecía. Con un rápido movimiento, desvió el golpe del héroe y lo dejó indefenso. Juan cayó al suelo, herido y derrotado.
De repente, se oyó un ruido. Era la bella y misteriosa princesa, que había llegado en el momento justo para salvar a Juan. Con un grito de guerra, se lanzó al ataque y consiguió derrotar a la villana. Juan y la princesa se abrazaron, felices de estar juntos de nuevo.
Pero la felicidad no duró mucho, ya que se dieron cuenta de que habían perdido el mapa que les llevaría al tesoro escondido. Decididos a no rendirse, se adentraron en el bosque, listos para enfrentar cualquier peligro que se les presentara."»

El ingenioso chatbot me entregó también su propia crítica del texto:

«En este texto se pueden observar algunos errores comunes —continuó el bot— como la falta de originalidad en la trama, el uso de clichés y estereotipos para crear personajes, y la falta de desarrollo en la historia y en los personajes. También se pueden señalar problemas en la estructura y en la cohesión del texto, como la falta de transiciones entre los eventos y la falta de descripciones detalladas para crear una atmósfera más rica y emocionante.»

Ya que había entrado en aguas profundas en el tema no dudé en seguir por la misma senda. Le pregunté:


—Supongamos que el autor de ese texto que me has compartido no eres tú y puedes ayudar al autor a mejorar su texto pero únicamente a través de preguntas, ¿qué preguntas le harías al supuesto autor, tomando el primer párrafo del texto como ejemplo?

El chatbot me respondió inteligentemente:

«Algunas preguntas que podrías hacerle al autor para ayudarlo a mejorar el párrafo son:

¿Podrías ser más específico en la descripción de la noche? ¿Cómo era exactamente?

¿Qué hace que Juan sea un héroe apuesto? ¿Podrías dar más detalles sobre su apariencia y personalidad?

¿Por qué se siente valiente y decidido? ¿Hay alguna razón concreta para ello?

¿Podrías describir con más detalle el encuentro con la villana? ¿Cómo se veía, cómo se comportaba?

¿Qué hace que la villana sea malvada? ¿Podrías dar más detalles sobre su historia y motivaciones?

¿Qué tipo de espada saca Juan? ¿Podrías describirla con más detalle?

¿Cómo se lanza al ataque? ¿Hay alguna técnica especial que use?

¿Cómo se siente Juan durante la pelea? ¿Está asustado, confiado, nervioso?

¿Podrías añadir más detalles sobre el bosque y su entorno?

Estas preguntas podrían ayudar al autor a pensar más detenidamente sobre la historia y a desarrollarla de manera más profunda y completa», concluyó.

El chatbot era un crack pero había algo que me faltaba. Ya que cada vez que lo le daba las gracias, este me incitaba a realizarle cualquier otra consulta, continué:

—¿Por qué ninguna de tus preguntas tienen que ver con las intenciones del autor, por ejemplo, si su intención es hacer una sátira, una comedia, una escena de terror?

«Tienes razón —respondió sabiamente— en retrospectiva mis preguntas no abordan las intenciones del autor detrás del párrafo. En caso de que el autor tuviera una intención específica con el texto, sería importante conocerla para poder hacer una crítica más precisa. Preguntas que podrían abordar las intenciones del autor podrían ser:

«¿Cuál es el tono que intentas establecer en esta escena?

¿Qué emociones o sensaciones quieres que el lector experimente mientras lee este párrafo?

¿Estás tratando de establecer algún tipo de tema o mensaje más profundo a través de esta escena?

Estas preguntas podrían ayudar a entender mejor las intenciones del autor y así poder dar una crítica más adecuada a su trabajo.»

Aplaudí su conclusión; y me sentí como la máquina de escribir ideal, antagónica a la de Orson Welles.

Finalmente, las cosas iban tomando forma pero una nueva pregunta surgió:

¿Qué es aquello que buscamos cuando exponemos nuestra obra ante los ojos críticos de nuestros colegas escritores?



Continuará...(?)
..................................
Aina Rayo (2023)


Texto agregado el 01-03-2023, y leído por 326 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
01-03-2023 1 Interesante .La lectura despertó momentos de mi formación literaria. No habría que confundir crítica con corrección. Propuse en la página hace poco la creaciòn de un Taller literario sin ningún éxito Yvette27
01-03-2023 En cambio, cuando tú dices que una crítica literaria hay que entenderla, porque es el modo en que esta gatilla, que mueve algo profundo dentro al escritor. Esa es una buena crítica, pienso yo. Claro, la parte formal, de recursos técnicos, podrían ser interesantes en un buen taller, seguramente. Pero lo que hará que el escritor en ciernes encuentre su estilo, su voz personal va por otros rieles. remos
01-03-2023 De tu texto he apreciado mucho tus perplejidades y reflexiones acerca de la crítica de tu colega tallerista, la cual no comparto, como tampoco las respuestas del chatbot GPT-3, que me parecieron, y perdóname, absolutamente banales, sin alma, etc. No superaron el test de Turing. remos
01-03-2023 Por mi parte nunca he asistido a un taller literario, si bien sé que hay buenos, como el de Carver en su momento, y tampoco puedo pensar como escritor, porque desconozco los mecanismos o las motivaciones internas de esta categoría. Entonces sólo puedo decir algo como lector voraz y caótico, que lee exclusivamente por el placer de la lectura. Considero la buena crítica literaria muy importante para los escritores, como para los escritores en ciernes. remos
01-03-2023 Muy interesante, seguire la continuación. remos
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