Un niño nuevo, llegó a mi escuela.

Esta es la familia de Ramón, él tiene 10 años y vive muy feliz, en su querido Puno.
Pero, Ramón y su familia buscan una mejor vida, las cosas no estaban yendo muy bien en su pueblo, así que han decidido mudarse a la capital, pero Ramón está un poco triste porque él tendrá que dejar atrás a sus compañeros del colegio, a su maestra y a toda su familia.
Ramón tiene un poco de miedo, porque su madre le ha dicho que irá a una nueva escuela y que tendrá que hacer nuevos amigos y que pronto se acostumbrará a su nueva vida.
Después de un largo viaje, Ramón y su familia, llegaron a esa gran ciudad, pronto se instalaron en su modesta, pero linda casa, no era muy grande ni estaba en un barrio muy elegante, pero todos los vecinos eran muy amables con ellos.
- Tendré que buscar un trabajo, exclamó su padre.
- Si, yo también te apoyaré, dijo su madre y así todos saldremos adelante, ya los verás…
El gran día llego, su madre llevo a Ramón a la nueva escuela, la maestra, salió a recibirlos, Ramón y su madre ingresaron al aula.
Un silencio total se produjo en ese instante en el salón de clase, todos se quedaron mirando muy asombrados al nuevo niño.
La maestra presentó al nuevo niño:
- Niños, muy buenos días, hoy les quiero presentar a Ramón, él viene de Puno y desde ahora estará con nosotros, así que quiero que lo traten con mucho cariño.
- Maestra y porque Ramón está en esa silla de ruedas. Preguntó uno de los niños.
- Mi hijo Ramón, sufrió un accidente hace dos años y no podrá caminar jamás, contestó su madre.
Cuando la madre de Ramón se fue, la maestra procedía a colocar a Ramón en su lugar de estudio y preguntó:
- Niños, ¿Quién de ustedes quiere compartir su mesa con Ramón?
- ¡No, maestra! él no puede correr ni jugar futbol, que aburrido. Gritaron los niños…
Ramón, al escuchar los gritos de sus compañeros, se puso muy triste.
De repente la maestra se acercó y le dijo:
- Ramón escucha, tus compañeros son buenos, y cariñosos, solo tienes que tener un poquito de paciencia, para que ellos te conozcan y te amarán mucho, ya lo verás mi pequeño. Le dijo la maestra.
De repente Lupita, una de sus compañeras se paró y dijo:
- Maestra, Ramón se puede sentar aquí conmigo.
- Muy bien Lupita, muchas gracias. Dijo su maestra.
La hora del recreo llego y todos los niños salieron corriendo, solo Ramón se quedó sentado en su silla, de nuevo se puso triste, porque los niños no querían jugar con él.
Así que Ramón saco su cartuchera de colores, su cuaderno de dibujo y se puso a pintar.
Momentos después Lupita regreso al aula, se paró en la puerta del salón de clase, y se quedó observando a su nuevo compañero, luego ingreso y le hizo una serie de preguntas;
¿Qué te pasa, porque estás triste? Y
¿Qué estás haciendo? Preguntó Lupita.
- No, no tengo nada, yo estoy aquí dibujando, contestó Ramón
- ¡Uy! Qué hermoso dibujas, Ramón. Dijo Lupita.
Lupita se había dado cuenta de que Ramón era un niño muy sensible y de noble corazón que ella quería ser su amigo. Así que le dijo:
- Guarda todo Ramón, que nos vamos a jugar ahora.
- ¡Que! Está segura, Lupita. Preguntó muy asombrado Ramón.
- Sí, apúrate… Dijo Lupita.
Lupita, empujando su silla de ruedas, salió al patio muy contenta, cogió la pelota y empezó a jugar con Ramón. Ese fue el mejor día que Ramón había tenido en esa gran ciudad.
Los demás niños los miraban, y murmuraban entre ellos.
Pero Ramón estaba muy feliz, porque él ya tenía una nueva amiga.
Los días pasaron y la maestra, comentó que iba a ver un concurso de pintura en la escuela por el aniversario y dijo también que podrían trabajar en grupos, todos formaron sus grupos, pero nadie quería trabajar con Ramón.
Cuando Lupita, observo lo que estaba ocurriendo, se paró inmediatamente y dijo:
- Maestra, yo trabajaré con Ramón.
- ¡Qué, estás loca! Gritó uno de sus compañeros.
Muy bien Lupita, el tema será libre, dijo la maestra,
y el mejor trabajo ganará el concurso.
Ramón estaba muy feliz porque dibujar, era lo que más le gustaba hacer.
Y como Ramón, extrañaba mucho su pueblo Puno, plasmo toda esa emoción en su lienzo.
Todos sus compañeros no podían creer lo que estaban viendo, el gran talento que tenía Ramón para dibujar, pasaban una y otra vez solo para ver su hermoso dibujo.
Los trabajos fueron exhibidos en el aula y solo quedaron los tres mejores, en ese momento toco la campana del recreo todos salieron, excepto uno de sus compañeros que se quedó escondido entre las carpetas. Cuando ya no había nadie salió y se acercó a las pinturas, las vio y después arrojo, jugo de naranja en la pintura de Ramón.
Cuando el recreo terminó, todos los niños ingresaron al aula, y al ver lo que había sucedido con la pintura de Ramón, empezaron a reírse, Ramón se puso muy triste por lo que le habían hecho a su pintura. En eso Lupita, se acercó muy amablemente a consolar a Ramón.
La maestra, muy furiosa se paró y pregunto quién había sido, nadie respondía, y el silencio embargo la sala.
- Entonces como nadie responde, se quedarán sin recreo todo el mes. Dijo la maestra.
De repente en el fondo del aula se escuchó un ruido era Juan, que se paraba para decir lo siguiente:
- Maestra, fui yo, yo lo hice, porque la pintura de Ramón está más bonita que la mía. Dijo Juan, muy avergonzado.
La maestra, hablo con él y le pregunto porque lo había hecho y el muy avergonzado le dijo:
- Yo lo hice por qué solo quería que ganará mi pintura y como la pintura de Ramón era más bonita que la mía, no quise que gane él. ¡Perdóname Ramón! Dijo su compañero llorando.
Y como Ramón, era un niño muy noble, le dijo: - no te preocupes Juan, yo puedo hacer otras pinturas, te perdono.
Y Juan corrió, lo abrazo y le dijo a Ramón
- Quiero que desde hoy seamos amigos.
- ¡De veras! Exclamó muy emocionado Ramón.
Y todos comenzaron aplaudir y desde ese día todos los niños se hicieron amigos de Ramón.
Finalmente, todos comprendieron que todos somos iguales, a pesar de nuestras condiciones o diferencias que lo más importante es el amor, el respeto y sobre todo la amistad.
FIN
https://youtu.be/zOQTvu-RMhs