Vamos por la vida interactuando y moldeando nuestra realidad. Pero realmente el control que creemos tener es una total ilusión, no porque haya un destino, sino justamente porque no existe. Aunque podemos de cierta forma reducir las probabilidades de algunos eventos y aumentar las de otros, lo cierto es que a la final cualquier cosa puede pasar. Y es por eso mismo que carece de sentido el concepto de la suerte, porque debe ser definida con relación a a un punto en el tiempo, y por ello con el pasar del mismo va estar en constante fluctuación. Es decir, como podemos decir que una persona tiene suerte si no conocemos los que pueda derivar esto para su futuro? Una suerte parcial no tiene sentido. El mundo resulta más un espacio caótico de interconexión, donde las probabilidades hacen de las suyas para traernos una que otra vez esas caras o sellos seguidos, esos momentos de lo que llamamos beneficios o desgracias que nos desconciertan, pero que son realmente un evento no tan improbable como creemos en ese basto océano de alternativas que compone nuestra existencia.