El león Francisco y los conejos astutos
Un día el león Francisco, se levantó muy furioso porque hacía varios días que no probaba bocado y estaba muy hambriento.
- Estoy tan hambriento que me comería una vaca ahorita mismo. Decía el León Francisco.
Pero el león había decidido no dejar pasar más tiempo y que hoy sería el gran día, que saldría a buscar su alimento.
En ese momento el león se preparaba para salir, cuando de repente tocaron la puerta.
- ¡Quien será! Se preguntó…
Cuando abrió la puerta estaban dos conejitos parados en la puerta.
- Uy, creo que es mi día de suerte. Pensó el León.
Los conejitos se miraron muy asustados, porque no pensaban encontrar a un León en ese lugar.
- Hola niños, que hacen por aquí, les dijo el león muy amablemente.
Pero el león pensaba en la suerte que había tenido y que ya no era necesario salir a buscar su alimento, solo tengo que convencer a estos tontos conejos que pasen y me los comeré, ja, ja, ja, pensaba el león frotando sus manos.
- Pasen, pasen, no se queden allí parados, están en su casa, Les dijo el león muy amable.
- Pero señor león, estamos buscando a nuestra madre, usted no la ha visto. Preguntó uno de los conejitos.
- ¿Su madre? Preguntó el león
- No, no la he visto, pero deben esperarla, aquí ya pronto vendrá. Dijo el león
Los conejitos muy atemorizados ingresaron a la casa del león, cuando de repente el león los cogió y los sentó y los amarró en las sillas.
- Señor león, que hace suéltenos por favor … Gritaban los conejitos.
- No, no lo haré, ustedes serán mi rico almuerzo, ya tengo mucho tiempo que no como nada. Dijo el león.
Así que el león se fue a poner el agua para que hirviera para poder preparar su almuerzo y los conejos se pusieron hablar como iban a hacer para poder escapar del león.
- ¿Qué le podemos decir? Dijo uno de los conejos.
- No, sé y si le decimos que estamos muy enfermos, ya no le quedaran ganas de comernos
- No, mejor hay que decirle que estamos muy pequeños y muy flacos. Dijo uno de los conejitos.
- Tienes mucha razón, le diremos eso. Y no nos quiera comer porque no tendremos mucha carne, y se quedara con mucha hambre. Dijo el otro conejito.
Cuando en eso apareció el león Francisco.
- Ya llegó su hora conejos tontos, dijo el león.
- ¡Espere, señor león! Gritó uno de los conejos.
- Mire lo flaco que estamos, no podrá saciar su hambre, señor león. Le dijo el conejito.
El león los miro y se quedó pensando, tienes mucha razón, están muy flacos no me llenaré.
Así que trajo mucha hierva y coloco a los conejos en la mesa para que comieran y engordaran mucho.
- Coman, coman, rápido y engorden mucho les decía el León.
Cuando terminaron, los conejitos le dijeron al león:
- Señor león, tenemos mucho sueño y si usted nos come así la comida le caerá muy pesada, por eso debemos descasar un rato.
- Excelente está bien, solo un rato descansaremos y así no me caerá pesada la comida.
Entonces todos se acostaron y los conejitos fingieron estar durmiendo y el león se acostó y se quedó dormido, los conejitos se despertaron y rápidamente ello fueron y trajeron muchas piedras y abrieron la barriga de león y colocaron muchas piedras y los conejitos huyeron rápidamente.
Cuando el león despertó no podía ni caminar, pero haciendo un gran esfuerzo se levantó y salió, anduvo caminando por el bosque, de repente cayó la noche y el león no pudo ver por donde andaba y cayó en un abismo que murió.
Finalmente, los conejitos pudieron encontrar a su madre y estaban muy felices porque el león Francisco ya no sería un peligro para ellos.
FIN
https://youtu.be/dAlEGR_1R_E
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