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Tú, yo, los demás - Parte I https://www.loscuentos.net/cuentos/link/610/610418/

Las tablas del piso del viejo motel, destartalado, apolillado, oliendo a cera de piso barata, un olor penetrante y recalcitrante que solo se perdía al momento de entrar a la habitación y solo sí el aire acondicionado se encontraba encendido y las ventanas abiertas al mismo tiempo, daban la bienvenida a un enajenado motel. En ese instante las llantas del taxi rechinaron en el caliente asfalto de mediodía de ese sofocante y asfixiante verano, el perro de la entrada levantó la cabeza y volvió a su letargo.

Carmentea puso sus pies descalzos en el asfalto, el calor invadió su cuerpo y la hizo despertar del sueño que vivía despierta, miró la entrada corrió en puntas y puso los pies en la entrada.

Don Cansiano era un ser ajado por los años, decadente, con las manos cortadas por el arduo trabajo que siempre había hecho en el campo, se sentía relegado a un pequeño espacio de dos metros por dos metros, un pequeño ventilador que emitía todos los agudos sonidos que podrían escucharse, su mirada indicaba su aprobación. Carmentea levantó la cabeza, miró a Casiano, notó su molestia, pero ella siguió.

Abrió la puerta, dentro estaba Macario desnudo, recién bañado, las gotas aún rodaban por su torso fornido pero con algo de panza, se veían las mutilaciones que había ocasionado ese fatídico 1 de Mayo, día en el que mundo se nubló y se volvió nada. Carmentea jadeaba, de susto, de miedo, ni ella misma podía definir la sensación.

Macario se sentó en el borde de la cama cerca a la ventana, miraba cómo un taxi se alejaba, levantó la mirada, vió a Carmentea y preguntó, ¿Te descubrió? Carmentea asintió con la cabeza, mientras se quitaba la ropa y entraba al baño, acto seguido la fuerza del agua de la regadera cayó en la cara de Carmentea y la hizo recordar todo.

Julián cogió el móvil, marcó a su casa, Libardina levantó la bocina y dijo tímida, Aló, quién?, y el silencio se hizo eterno en la bocina de Julian, de repente la voz de Libardina dijo: ¿Es usted Don Julián?, Julian respondió, si. cierra las puertas, ventanas y ve a tu cuarto, yo llegaré por la puerta del taller, colgó y Libardina hizo todo en menos de diez minutos, en los cuales en el hotel caluroso ocurría de todo.

Carmentea, caminaba ajetreada entre el baño y el cuarto, tratando de recordar cada paso que había dado para llegar al estallido de la junta y de Julian; pero la toalla resbaló y cayó en la alfombra con manchas oscuras, blancas y veteadas, Macario inició la estampida sexual que a el solo le gustaban y sabía que a ella también, besó sus pies cómo fiel perro obedece a su ama, subió por las piernas hasta la entrepierna de Carmentea, subió hasta oler y sollozar en la húmeda entrepierna. La piel de Carmentea se erizó hasta el punto que se podía sentir que necesitaba de ese momento.

Los besos fueron desgastantes, Carmentea se entregó a la pasión, para, no más, no es el momento decía Carmentea, pero Macario levantó su cuerpo, la pusó en la pared helada, sus pechos quedaron en la boca de Macario, hundió sus labios, esto hizo que los gemidos fueran constantes estos fueron interrumpidos después de sentir como Macario la poseía poco a poco, el miembro erecto de Macario hizo sentir a Carmentea que todo se abria a su paso, disfrutando cada momento, pero su mente estaba en todo en nada, en medio de la nada.

Julian conducía desesperado en su carro, llegó, abrió la puerta del garaje del taller y entró a su cuarto y esperó pacientemente.

La agitación del momento fueron complementados por los besos, la agitación hizo que cayeran en la cama frente a frente, la mano de Carmentea se aferró al colchón mientras que Macario empujaba suave pero con decisión, el sudor caía por el torso de Macario llegando hasta donde se estaba haciendo el acto carnal, jadeando la explosión de la eyaculación los dejo tirados uno al lado del otro.

Carmentea tuvo un viaje de recuerdos donde su niñez fue estropeada, donde su cuerpo fue violentado y que en ese momento volvía a ser mujer de nuevo, algo que no sentía con Julian, el calor, la exaltación y todo lo demás los dejó sumidos en un profundo sueño, sin imaginar lo que Julian preparaba meticulosamente en la estancia de su portentoso cuarto, solo el sabía que podría pasar, la mente de Julian ataba tantos cabos como pudiesen y salieron a relucir los demas.

Continuará

Texto agregado el 06-02-2023, y leído por 108 visitantes. (0 votos)


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