En una vieja y olvidad biblioteca, Oscar halló un libro con su nombre.
El primer párrafo describía acertadamente su aspecto físico. Continuó leyendo y notó que, sin importar qué hiciera, las palabras relataban sus actos; sin importar en qué pensara, el libro lo leía.
Le temblaron las manos, su mente se pobló de dudas y, sin pensarlo dos veces, le echó un vistazo a la última página.
Texto agregado el 05-02-2023, y leído por 126
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