El sol fulminaba y mi cuerpo asado, buscaba aún más calor.
40 grados, conducía un latón con ruedas sobre una avenida viscosa, en medio de cientos de latones, todos envueltos en una nube de vapor letal; me costaba ver y no por culpa de la miopía congénita, más bien por el reflejo enceguecedor del sol sobre los cristales de aquellos cajones de fierro que a más de 80 Km/h, rebasaban, cuál sangre bombeada, en una pista que destilaba alquitrán por sus poros. -Y mi cuerpo buscaba aún más calor-
La dopamina del sueño se adueñaba de mis extremidades. Mis sentidos poco a poco caían en un trance profundo y mis párpados se hundían dentro de ese ambiente aceitoso, tóxico… y no buscaba agua, que sería lo más racional. No.
Mi cuerpo aturdido buscaba más calor, más de lo que ya sentía, más de lo que me ponía tan vulnerable. No tenía el control; algún parásito agarraba el volante por mí, ya no era mi voluntad.
El ruido del asfalto dirigía el compás de mi destino. Nada podía hacer, ya no tenía el control. Aquel parásito buscaba ese calor tan preciado, como con un radar bajo los rayos del sol. La temperatura achicharraba mi cerebro, lo más lógico dejó de ser lógico, no deseaba hidratarme, mi cuerpo pedía calor, un poco más del veneno que ya circulaba libremente en mi ser. Mi cuerpo deseaba ese calor fugaz, ese calor que va directo al centro, como un dardo.
Ya no sentía las gomas del latón y junto a los demás, iba levitando… cruzaba la pista, a salvo, cabeceando frente a la muerte que parecía tener compasión.
No moriría envuelto entre fierros retorcidos, ese no era mi fin, el destino me acercaba a ese calor específico… El destino me dirigía como en una nube sin siquiera mover nada ni tocar a nadie. De pronto me detuve.
Bajé de aquella máquina humeante, me dirigí al primer micro-mercado donde el agua era lo que abundaba y sí, tenía sed, quería despertar. Procedí a pedir: -¡Un Malboro por favor!
¡Bien! Es el calor que pedía mi cuerpo, de lo que se alimenta el parásito -pensé. Es por lo que la muerte me guarda. No quiere un final tan rápido para mí, no le complace. Quiere verme envuelto en vómito de sangre por años y no en unos simples fierros retorcidos con una muerte casi instantánea. No.
Le gusta jugar.
-Will-
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