En un hospital deteriorado por las condiciones y el tiempo. Donde se otorga esperanza a algunos afortunados y a otras pobres almas se las quita. Se encuentra un hombre entre cuatro paredes y una pequeña cama, atado a una máquina que le otorga un poco mas de vida.
Se pregunta asi mismo.
– como he llegado hasta este lugar, donde la única recompensa que espero, es mi pronta e inevitable muerte.
Empieza a cuestionarse sobre las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida.
– En este momento tan inoportuno tengo miles de pensamientos que se me cruzan por la cabeza, como si de una autopista mal organizada y ruidosa se tratara.
– Entre todo este bullicio hay un recuerdo en especial que se diferencia del resto. Recuerdo la primera vez que sostuve un cigarro entre mis manos. Tenia alrededor de 9 años, no era mas que un pequeño niño asustadizo que intentaba fingir se otra persona. No era mas que un tonto que se dejaba llevar por un poco de aprobación.
Es curioso ahora que me lo pongo a pensar, toda gran adicción comienza con un pequeño juego de valentia.
Recuerdo que desde ese día el fumar se había convertido en algo cotidiano. Para mi se había convertido en algo mas que solo un compañía momentánea y placentera. Se había convertido en un intensificador de mi vida, hacia que mis recuerdos alegres se sintieran únicos. Como si un cigarro se tratara de un gran logro conseguido. Hacia que mis momentos mas infelices se perdieran en la cenizas que se consumían.

PARTE 2?