En el desierto, tu sombra es
una buena amiga...

¿No sabes a dónde ir?
¿A caso importa el lugar?
O la pregunta sería: "¿con quién
debo ir?"

Regresa a tus pensamientos,
emociones y anhelos, porque es
el único lugar al que puedes
ir y también crear. -'con todo cariño,
si aún tienes ese don divino'.

Ya se ha dicho, escuchado y leído:
"en esta vida hemos llegado sólos
al mundo y nos iremos sólos
de este mundo". Haz caso a tu
consciencia, y presta atención a tus
sentimientos.

Tienes un corazón y una memoria,
puedes ir a dónde tú quieras,
pero te aconsejo que viajes al fondo
de tu ser y busques por dentro,
explora aquellas manos que de niña,
te apoyaron a dar tus primeros pasos,
ve caminando por esos lugares que te
hicieron reír, y llorar; aquello que te
asustaba, ¿realmente era tan malo?
Recuerda aquello que te ponía contento
y aún te roba sonrisas. Hazte las mismas
preguntas que de chiquito hacías. Te tienes
a ti mismo, a tus recuerdos, a tu melancolía.
Disfruta la idea de estar sólo y descubre si
eres buena compañía. Que lo dulce empalaga
y la tormenta no es para siempre. Vuelve a tus
ilusiones, a todo aquello que un día disfrutaste,
vuelve nada más que a ti mismo, busca la
esencia de tu ser y observa que estás hecho
de recuerdos, qué guiarán tu camino si te
crees perdido. Si hay algo que te hizo
sufrir, despídelo y déjalo ir, porque aunque estuvo
allí, se fue desde hace un buen rato. Ahora estás tú,
compuesto por memorias, fotografías grabadas
en las paredes de tu interior, píntalas del color
de la vida, con paciencia y devoción. Si has de llorar,
que sea de alegría, que tristezas hay muchas.
Plasma una sonrisa en tu alma, y sembrarás la
dicha si lo haces día trás día. Suficiente dolor
has conocido, ahora permítele a tu alma, la
tranquilidad y serenidad. Es momento de ser
feliz aún en la tormenta. Que el agua nos limpie
el pensamiento y nos llene las manos de inspiración,
qué nos renueve y nos lleve al camino del amor,
donde descubra mi valor como persona, como ser vivo,
con humanidad y humildad de ser yo mismo.
De esperar más de mí y como ya se ha dicho, sin
esperar algo más del otro, dónde soy yo el camino
que conduce al mar de bendiciones y fortaleza.
Que sea yo misma, compuesta de recuerdos
y emociones, donde seré yo mismo y a la vez,
seré el mundo.
El mundo que me formó y vivirá conmigo
aunque no esté a mi lado.