No recuerdo tu nombre. ¿Cómo es que te llamabas?. Nos conocimos cuando la vida era toda ilusión, amor y pasión. Tenías un lunar sembrado en la espalda y mil sueños en tu mente. Tu rostro exudaba juventud y de tus ojos emanaba la alegría limpia de un niño que se convertía en hombre. Contabas con orgullo que no podía mentirte y es que eran otros tiempos en que la verdad se me escapaba como el canto bajo el agua. Juntos pasamos noches entre canciones, risas y guitarra. Lo añoro con ternura; fueron tantos buenos y hermosos momentos.

La paz no está tan lejos —me dijiste un día — cuando tuve miedo de mi propia mente, y te quedaste junto a mi, aún cuando la tormenta amenazó con llevárselo todo. ¿Dónde estás ahora?, chiquillo recordado. ¿Alcanzaste tus sueños? o a ti también te cubrió el hastío y reposas cobijado en un cuerpo que no es el mío. Hoy necesité recordarte y es que a lo largo de mi historia no hubo otro como tu.

Ya no tengo nada en que creer. Vuelvo a los lugares y recuerdos que ayer me hicieron feliz, no sé si por esperanza o nostalgia. Sólo vuelvo. La memoria guarda secretos y las cicatrices son un souvenir que nunca perdemos. Mi espíritu se quiebra, me siento huérfana de todo mientras la vida baila con la muerte. La vida, esa que ayer estaba llena de ilusión, de amor y pasión.

Chico del lunar sembrado en la espalda, de canciones y guitarra, no recuerdo tu nombre. ¿Cómo es que te llamabas?


M.D