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Vivo en los hombros de una colina, a un lado hay un camino que es paso de quienes viven en lo alto. A todos los conozco, porque he sido buena persona con ellos, me ponen al tanto de las noticias del pueblo y de lo que pasa a los alrededores. Ayer platiqué con Artemio y me informó que habían llegado varios extranjeros. Uno de ellos vestía con calzón blanco y un cinturón de grecas. Conm segurida por la tarde estaría en mi casa. Ya no es tiempo de correr. así que preferí de buena vez afrontar el agravio de cuando él era un púber y yo, un joven impetuoso.
Vi como abría la puerta. Un tope hizo que tardara en girar el picaporte.
Lo recibí acostado, senil y reumático. Él se encontraba en una joven ancianidad. Su pelo ralo y cano no correspondía con la manera de caminar. Tomó una silla y la acomodó a un lado de la cama.
"¡No sabes cuánto soñé con este momento! El cómo vengar el agravio que me hiciste frente a la etnia. Me avergonzaste y fue una dura loza con la que tuve que cargar". Al tiempo que sacaba una daga curvada con cacha de cuero y plata.
"Es inútil que trates de justificarte. Me daría rabia que trataras de decirme que te perdone por compasión, por tu edad. Pensé en darte una tarascada en el cuello, y he cambiado de parecer, penetraré con la daga hasta el tope y la moveré de un lado a otro, así te desangraras. En la herida del puñal pondré una cinta que evite te vacíes y manches la blancura de tu cama".
-¿Pero tú te recuerdas lo que hice? yo no, mira que los años nos van borrando la memoria. El huracán del tiempo se lleva desde la basura hasta una alfombra persa. Trataba de armar una plática, calculaba que el veneno que puse en el picaporte no tardaría en hacer efecto, la posibilidad de que yo muriese era mucha, y la de él era segura. Si en cinco minutos él se regodeaba con sus palabras, con seguridad caería, antes de que él pudiese herirme.
Sacó la daga, la vio de uno y otro lado y dijo: a tu muerte tendrás mi perdón. Levantó el brazo y el dolor profundo y plateado hurgaba cerca de mi columna. lo último que vi, fue la mueca de agonía que sustituyó a su sonrisa.
Del despertador salía la quinta de Beethoven y una voz sensual “ya es de día, ya es de día.
En el comedor me pregunté ¿y si llegara?

Texto agregado el 13-01-2023, y leído por 174 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
20-01-2023 El despertar con un final como duda. Nunca se sabe cuándo llega Me atrapó mucho tu relato Miriades
15-01-2023 La imaginaria humana da para mucho y el veneno es siempre un buen recurso ;) Saludos, Sheisan
15-01-2023 que ya se le olvidó jajaja saludos y duerme tranquilo. jajaja ome
15-01-2023 Buenísimo, pero, acaso, tal vez, quizá lo que hiciste es imperdonable y por eso se mete en tus sueños. aunque yo no me preocuparía después de tantos años, o ya se murió o lo más seguro es ome
14-01-2023 —Pienso que en un cuento y en tu particular estilo todo, imaginado o inimaginado, puede pasar. Y en este caso quiero pensar que el agraviado viene dispuesto a perdonar. Ojalá así fuera, y si así fuere el agraviador podrá dormir sin tener pesadillas. —Un abrazo. vicenterreramarquez
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