Los sueños son inesperados, como desconocidos.
Una noche pasada, no recuerda bien cuándo fue, entiende que ya sucedió hace un tiempo.
El mundo girando y girando se dio vuelta como un libro abierto, se podía ver el continente africano la vida, también, en el mismo sueño. Pasaban volando elefante azules abrazados, enamorados, al mismo tiempo papagayos amarillos, agresivos y enormes, que atacaban desde el espacio picoteando a todos lo que miraban ese cielo azul, y esas murallas celestes, verdes y de todos colores.
Mientras sucedía ésto, en las arenas del Sahara, los escorpiones, víboras y otras alimañas recorrían todo el lugar, buscando su sustento, y entre ellos se devoraban.
Desde las profundidades del mar se elevaban olas multicolores peces, orcas, tiburones enmascarados de delfines, se comían todo lo que el mar en ese momento sacaba del agua.
Cuando todo parecía terminar desde áfrica leones y elefantes, buscaban meterse en las aguas de un río- y ahí se mataban, y volvían a revivir, como si el mundo fuera a terminar y comenzar en un instante.
Al despertar confundido, salió desde el televisor metiéndose bajo las sábanas de su enorme cama.
Allí durmió una semana entera, se dice por ahí, que fue quien dejó sin luz a todo el pueblo…
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