En tardes de verano,
como esta, te colabas
por entre los barrotes
de la ventana.
Soplando, suavemente,
acariciabas mi alma.


Con esperada esperanza
esperaba tu llegada.
Con esperada esperanza
esperaba ese alegre
momento.
Con esperada esperanza
esperaba tu delicioso
aliento.


Me diluía sin culpa
irresponsable y somnoliento
en ese pequeño
e infinito momento.
Alargaba cada segundo,
del transcurrir del tiempo,
con el paso seguro
de un andar violento,
con el paso cansino
del andar lento.


Con aletargada resignación
me despedía de tus caricias.
Con aletargada resignación
me resignaba a tu partida.
Con aletargada resignación,
un día, te dejé partir.
Te dejé de soñar
insomne sueño de verano.