Esta navidad quise agradecer personalmente a los Reyes Magos por sus regalos y me escondí detrás de un sofá, para verlos cuando leyeran la carta que puse, con cigarrillos y dulces para ellos y hierba buena para sus camellos.
Me propuse esperar para conocerlos y comprobar si dejaban todo lo que solicitaba, pues el año anterior no me dejaron algunos de los juguetes que les pedí.
Desde mi escondite escuché unos pasos y me puse en alerta: había llegado el momento de ver sus rostros y quizas hasta cruzar algunas palabras con ellos, aunque sé que tienen una noche muy ocupada.
Para mi sorpresa, vi que quien se acercaba era mi padre caminando en puntillas. Traía varios regalos en sus manos.
Cuando él llegó al árbol, me dejé ver y le pedí que me explicara el porqué de su presencia a esas altas horas de la madrugada.
Al encontrarnos frente a frente, él se sorprendió tanto como yo, y me dijo con sinceridad lo que había sucedido:
—Los Reyes Magos están cada año más vagos. ¡Figúrate que esta noche te dejaron los regalos en el jardín y tuve que salir a buscarlos!
Alberto Vásquez.
Texto agregado el 05-01-2023, y leído por 72
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Lectores Opinan
07-01-2023
Jejeje qué simpático. Muy bien desarrollado. Gracias por compartir. AinaRayo
06-01-2023
Un relato que tiene lo suyo. Resolviendo con sensillez. Te felicito. peco
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