En el rincón de una palabra, en mis labios quietos,
en el suspirar de la noche

En la calma que pinta mi espacio interior
En sus paredes se dibujan curiosas pinceladas…

El cobijo de dos enamorados que enlazan sutilmente sus miradas
El niño que pronuncia su primera palabra
El moribundo que solo anhela la paz de su alma.
Espectros se esculpen bajo las sombras de sus palabras agitadas…
se escuchan, se critican, las critican.
Se refleja el susurro de la naturaleza humana...

El vagabundo errante anhelando bitácoras ajenas
Excavando en sus deseos sus miedos más profundos
En el ego de las palabras evidenciando el vacío de su felicidad
Sus logros apuntando a cada esquina
en un planeta redondo inmerso en el cosmos.
¿Hay algo allí que se pueda proyectar?

Los límites de sus verdades reflejadas en sus hechos
Los silencios hablan, danzan abrazados en cada mirada
¿Los buscas? ¿Los encuentras?

Mares y truenos, bosques y desiertos
¿Qué pasará después de cien años?
¿Alguien las pintará por mí?
¿Importarán los veranos?
¿Importarán las palabras?
Saetas asertivas en un manantial de claridad
Me embarga la curiosidad…

Hacia confines desconocidos
No puedo llevar una máscara, quizás otros las lleven por mí
Encrucijadas…
Estarán allí como un fantasma en un río sin mar.