El rincón áspero de la soledad, el murmullo casi imperceptible de la oscuridad y las tres sombras en la pared que toman formas poco agradables.
El ejercicio estúpido de querer cambiar lo que ya se hizo, negando siempre el arrepentimiento, las ganas de dormir que no se llevan bien con el sueño y los juramentos que nos hacemos sabiendo que los romperemos antes de recordarlos.
El pensamiento bipolar que se incrusta en la cabeza, de querer salvar el mundo o directamente hacerlo explotar por la galaxia.
En ese momento, nace la búsqueda de respuestas a preguntas infinitas como por ejemplo ¿De donde venimos? ¿Dios? ¿Extraterrestres?
Y ahí, justo ahí, entregamos nuestro cuerpo y alma a esa especie de muerte cotidiana que es dormir, para luego nacer al despertar y así repetir el ejercicio hasta el ultimo día de nuestras vidas.-