Mientras la belleza se marchita y poco a poco la cabeza se va diluyendo, introduciéndose en un lugar del que ya no hay retorno, ya no...
Unos ojos te miran inocentes, perdidos y te mueres por dentro, te desplomas en la más absoluta oscuridad, en el miedo más terrible de todos mientras le agarras la mano acariciandola pero no reconoce nada, no comprende nada y te sigue mirando mientras balbucea palabras sin sentido que intentas entender pero que no quieres, no quieres...

Y sólo puedo pensar si me pasará a mi, si...

Cerraré los ojos, si se perderá mi mirada antes o después de olvidarte.

Mientras tanto... dejamos perder la belleza, dejamos perder la cabeza olvidándonos del olvido, del final que se aproxima después de cada exhalación que huye de nuestro cuerpo sin que le prestemos la atención necesaria.

Odio el latir que me hace tambalear día tras día.

Sin más...