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Somos fuertes parte 9

Sonó el timbre de la casa, para Emilio y Nuria fue una sorpresa, no esperaba a nadie más.
Emilio salió y los vio afuera de la casa. El hombre se acercó a la reja y las abrió. Cuando entraron a la casa, a Nuria se le fue chueco el bocado. Fue un golpe directo a las tripas. Su hermano Gonzalo, mamá Julieta y su papá Roberto estaban en la puerta de su casa.
- ¿Qué hacen aquí? – fue lo primero que exclamó Nuria al verlos ahí.
-Vinimos a cenar – dijo Roberto descaradamente.
- ¿Cómo? – preguntó Nuria con desprecio.
Emilio detrás de su familia política le hizo una señal a su esposa para que se calmara. Para todos era extraño porque el ambiente se tornó pesado. Alex no entendía nada, Clara estaba molesta, Flavio e Israel estaban arriba. Desde ahí vio que ellos entraron a la casa. En ese momento recordó que esa era la familia de su mamá y todo lo que su abuela Clara le dijo a Julieta en la casa de verano cuando recién los adoptaron. Pero lo más delicado era que Roberto estaba ahí y reconocería a Israel cuando les dio el club de la salud antes de que lo cambiaran de hospital y eso no lo sabe Nuria.
Israel le envió un mensaje a su padre. Emilio le dijo que no bajara hasta que él se lo indicara. Desde el pasillo, Israel escuchó todo lo que pasó.
Julieta observó todo a su alrededor, pensaba que su hija era igualmente infeliz que ellos tres. Vio la foto que tienen justo antes de subir las escaleras. Era Nuria con el pobretón como ella le decía con sus tres hijos. Les sorprendió saber que una pequeña era la nueva integrante de la familia.
Roberto se sentó en la mesa y se sirvió de cenar.
-Vieja el último – se expresó Roberto.
Julieta pidió que Gonzalo le sirviera de cenar. Alex estaba extrañado con lo que pasaba, no conocía a esas personas. Emilio le pidió que subiera a su cuarto. En la mesa se quedaron, Clara, Medina, Emilio, Nuria y las tres personas no invitadas.
-Todo este tiempo le he estado pensado – dijo Julieta – yo sé que tu hubieras preferido que esa mujer – señalando a Clara – fuera tu madre. Tu fuiste la culpable del deterioro de tu abuela Crisanta. Yo, yo estoy igual que ella. Me estoy acabando por tu culpa – le decía a Nuria, su hija – por ejemplo, yo estoy jodida. No tengo nada, no tengo dinero. ¡Todo el dinero que me dejó mi madre se terminó! – Julieta comenzó a llorar – Gonzalo nunca nos ha dejado ni nos ha abandonado como tú lo hiciste – una completa mentira – por ejemplo, tu hermano me cuenta todo, me tiene confianza – otra mentira – hasta parece que solamente tuve un solo hijo. El día que tomaste protesta, ni me presentaste con tus amigas porque siempre te has avergonzado de mí. Yo fui la última en tomarme fotos contigo – otra mentira – ni viviste con nosotros esa humillación de vender ropa usada en el tianguis – le reprocha otra mentira.
Nuria no soportó más y comenzó a llorar y agachó la cabeza.
-Escucha a tu madre – le ordenó Roberto – escuincla majadera.
-Mírame, soy una vieja y no sirvo para nada. ¡Ya no veo! Me estoy muriendo igual que mi mamá. Todo se me cae de las manos, me tropiezo todo el tiempo – Julieta chantajeó a su hija.
-Estuvo bueno – soltó Emilio – Nuria nunca los abandonó. Este señor la corrió de la casa por mantener una relación conmigo. Ustedes nunca la llamaron.
En ese momento, Julieta sacó un cigarro y comenzó a fumar. Ante la mirada de Medina que estaba incómodo porque de inmediato reconoció que Gonzalo era ese paciente al que ya no quería atender y le pidió a Francis que lo hiciera y también recordó que Julieta es una madre tóxica.
El médico se levantó de la mesa y salió. No tenía que escuchar semejantes cosas.
-No sé a qué vinieron, pero quiero que se vayan – Emilio le quitó el cigarro a Julieta – señora, aquí no se fuma, hay una bebé y su hijo tiene asma.
-Todo lo que me dijiste es una completa mentira – se defiende Nuria – yo no tuve la culpa de la muerte de mi abuela Crisanta. Tú sabes perfectamente que ella ya estaba muy enferma. Tampoco tengo la culpa de que mi papá se haya acabado tu dinero, el que te dejó mi abuela. Yo nunca los abandoné. ¡Mi papá me corrió de la casa con el pretexto de que era una puta! Y yo también tuve que vender con ustedes en el tianguis – gritó Nuria.
Gonzalo no decía nada como siempre.
-Cálmate, no vale la pena – le dijo Emilio.
-Claro que vale la pena. Esta es mi casa. Y no voy a permitir que me ofendan de esa forma. Me ha costado todo lo que tengo. Y no es justo que sean así conmigo. Y tú – se dirigió a su padre – tú me dijiste que soy una puta porque estaba saliendo con el que hoy es el padre de mis hijos y el amor de mi vida. Mientras tú te desapareciste para largarte no con esa perra desgraciada que hoy está desaparecida – hizo una pausa – ¡estabas con tu otra familia! ahora quiero que se larguen y nunca vuelvan. ¡Váyanse!
Los tres salieron por la puerta y desde arriba los vio Israel salir de la casa.
Nuria se encerró en el baño azotando la puerta. Necesitaba llorar.

Continuará

Texto agregado el 17-12-2022, y leído por 44 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-12-2022 Buen texto. jdp
 
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