Estaba allí, como siempre, callada y sin moverse, entre cientos de semejantes, también calladas, pero vulgares. ¿Cuanto tiempo? No sé.
Solo sé que el azar logrará nuestro encuentro. Yo, para aliviar mi tristeza, deambulé por senderos dentro del bosque vecino a mi casa, caminaba sin lograr calmarme.
Me preguntaba el motivo, avanzando y pateando las piedras del camino, sin lograr respuestas. Resolví volver a mi departamento, entonces me topé con ella.
La miré asombrado, me pareció haberla escuchado decir mi nombre. Sin preguntarle cómo se llamaba, me agaché y la levanté. Así comenzó nuestra relación.
Ya en mi divan, la miré bien y ella me dijo "A tu problema lo titulan Soledad". Creo haberle respondido algo, pero ella prosiguió "Estoy segura. Puedes creerme, ya que mi experiencia se debe a cientos de años en ese sendero, viendo gente como tú, que pasean con las mismas dolencias".
Tomé un bello cristal, acomodé alli la tan sabia. Todos los días le dedico largos momentos de charla intima..Con el tiempo nos acercamos tanto, que percibia un latido, leve pero significativo. Me dejé llevar por mis emociones, la besé.
Sí... ahora ya era un temblor erótico. El resto ya es otro cuento. |