Estoy aquí, al borde del asiento, rodeado del más redondo de los silencios. Solo en el silencio se puede ser. ¿Qué espero? Uno siempre espera algo y eso nunca llega, parece que sí, pero solo es un paralelo, algo que se le parece pero esta desprovisto de todo lo que se quiere, del centro. Es solo un empaque, un desperdicio. ¿Qué espero? Estoy esperando el momento de la gestación, del parto: busco crear. Crear. Todo está creado, ¿qué se puede crear? Yo vivo en constante creación, de sueños y de felicidades y de tristezas. Si me pudiera deshacer en algo, quisiera deshacerme en un montón de pétalos de tristeza. Pero el Crear no llega, a veces creo que mi estatus de Dios se ha roto y eso me aterra. ¿Si no puedo crear qué me queda? Estoy esperando constantemente La Gran Frase. ¿Uno debe esperarla o ir a cazarla? Me ha acontecido que estoy mirando el cielo, de noche o de día, y La Gran Frase me cae en el rostro como una gota de lluvia. Yo estoy esperando aquello. He tenido la noción de que las ideas-que-caen-del-cielo son solamente aquellas que se gestan en el primer periodo Creador. Porque la creación se divide en periodos: está el primero, donde se crea todo lo que se sueña y se siente y se desea, donde el simple movimiento de una piedra provoca la belleza. Luego viene el segundo periodo, en el que yo mismo me hundo ahora mismo, y que no es otro que el de salir a cazar. Yo soy el cazador. Aquí dos consejos a quien quiera cazar: la libertad no trae a la Idea, no trae la esencia de la creación; el segundo consejo es aún peor: no toda intuición es una idea, más una intuición puede evolucionar en una Idea.
Es ahora, la veo venir, la escribo: Han puesto a mi madre en el ataúd, la cofia le sienta bien, su rostro es una flor lisa de muerte. Mi madre ha muerto y yo no lloro.
¿Después qué? Pero esa frase ¿es realidad o es Crear? El mundo está lleno de niños jugando a existir. Existir es complicado, es un constante parto que marea –yo, por ejemplo, nunca estoy del todo consciente de lo que pasa. Carezco de aquello que llaman Realidad. Vivo dividido en dos mundos y ninguno me reclama por completo. Debo abrirme el pecho para dejarme ser, pero hay huesos tan duros que ningún cuchillo podrán romper. Pero siempre existe la opción del imponerse: me impongo sobre el tiempo y las sobras el mismo, me dejo nacer de los ríos y las montañas, en cada tulipán reside un trozo de mi rostro. Yo soy un cielo estrellado y un sol abrasante. Soy con tanta fuerza, sin siquiera saberlo, que todos se viran y me miran –para bien o para mal.
Me desenredo y me muestro con mis rocas y mis peces. Quisiera poder mostrarme así, sin tanto miedo. Mi sangre es fuego y quema generaciones de hombres y gatos por venir y sin venir, soy dueño de lo conocido y de lo que nunca se conocerá. Me estiro, soy infinito, paralelo y derecho. Soy como una flecha que nunca se detendrá. Y luego de la destrucción del mundo, del universo, ¿qué? El vacío, y en el vacío nada, y uno ya no existirá, ni la realidad existirá, nada existirá y todo quedará invalido. La idea me da vértigo, mejor dejarla. No me quiero morir. No quiero existir, porque hacerlo otorga la predisposición a la muerte, al fin. Quiero ser paralelo a la vida y a la muerte, una especie de vampiro que no existe pero existe, que se mueve por el mundo y que hace y deshace. Me gustan, por ello, los pasillos, donde uno no es porque no se está en un cuarto especifico, se está en ese espacio entre cuartos. Quiero el intermedio infinito, el lugar sin límites.
Vivir de paralelo es una pasión, es crear una burbuja que me guarde de todo y de todos. Mi psicólogo me ha dicho que aquello es malo, que es otra de las varias formas de la cobardía. ¿Él qué va a saber? No entiende que solo es una fase, que no siempre he vivido así, y tal vez es mi culpa que él lo crea así pues me delimitó solo en mi etapa-precisa, no en otra, nunca puedo atravesar las paredes que aunque cristalinas son bastante gruesas. No. Yo solo soy ahora y siempre soy ahora, nunca he cambiado, el cambio en mí se da lentamente como una hormiga que se desenrosca por las mañanas o como un hilo del que van cortando poquito a poquito, un centímetro al año, y ¿qué habrá en mi centro? ¿de qué color es el centro del mundo?
Toco sinfonías para las personas que solamente beben té.
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