La conocí estudiando en el instituto. Nos anotamos para ser hemoterapistas. Yo deje la carrera tiempo después, porque aborrecía la química y las matemáticas. Ella siguió y se recibió, pero no ejerció esa profesión.
Empezó a trabajar en un cine cercano, como acomodadora.
Íbamos al cine todos los domingos a ver alguna película de estreno. La camarera era mi amiga, trabajaba en los cines, obteniendo un sueldo mínimo, exiguo mísero.
Un día la echaron por reducción de personal. EL motivo que adujeron para el despido, fue que ella se quedaba con un vuelto de los eventos cumpleañeros que realizan en local de comidas rápidas muy famoso que no diré el nombre pero se llama Mc Donald.
Sus compañeros se quedaban con dinerillos y no tuvieron la mejor idea que de acusar a la más ingenua y honesta.
Mariana me llano un día y me pregunto si quería salir de testigo de su parte para dar testimonio que ella trabajaba allí porque no le hacían aportes de ninguna especie.
Fui al ministerio de trabajo asesorada por su abogada y di mi testimonio frente al Ministerio de Trabajo, o sea que la había visto trabajar cormo asistente, camarera y vendedora de pochoclo.
Pasaron los años y Mariana me llamo un día llorando.
Que por por favor fuéramos a su casa porque tenía algo que contarnos.
—Mi padre se murió de HIV.
MI mirada atónita no podía comprender pero ante la evidencia, me di cuenta que ella también lo estaba, completamente aturdida, triste confusa.
Tenía 25 años entonces y un solo hermano que no vivía con ellos.
Al parecer su padre tenía una vida que ocultaba a su familia. Era tornero en una fábrica cercana a su domicilio y hacia turnos rotativos.
Fue un tremendo shock para ella, momentos duros por los que tuvo que atravesar, pensando también en su madre, en los cuales los deseos y sus fantasías se deslizan por andariveles desconocidos, por miedo a ser juzgados, estigmatizados y vilipendiados. Los ocultan.
No fue vergonzoso ni juzgado. Solo que provoco un daño tal vez irreparable en su psiquis.
Le aconsejamos que acudiera a un terapeuta. Lo hizo.
Dos mese después, me llamo diciendo
—Acaba de morir mi mama. No le hicimos la autopsia. El médico diagnostico un paro cardio respiratorio no traumático.
No la he vuelto a ver.
Sé que trabaja en una farmacia de una localidad remota, se ha casado, vive con su marido y la madre de este.
AL conocerla yo ya era adulta pero su mansedumbre ingenua, pueril hizo que fuésemos amigas y confidentes por cierto tiempo. Ahora entiendo el termino resiliencia en todos sus aspectos.