Somos fuertes parte 6

Oscar se presentó en el bufete a las nueve de la mañana. Se presentó con Fabricio. El joven le dijo todo lo que él sabía, que por supuesto no era toda la verdad. Había algo detrás.
Fabricio se comprometió a revisar el caso y obtener una respuesta lo antes posible.
Después de una semana de revisar el caso, Fabricio le tenía una respuesta a Oscar. El abogado solicitó verse solos en su oficina.
-Adelante, Oscar. Toma asiento.
-Gracias – respondió el joven.
-Mi socio y yo tenemos una respuesta. Y no te va a gustar.
- ¿Por qué?
-Seré claro. Tu mamá rechazó una defensa, aceptó todos los cargos por una sola razón.
- ¿Cuál?
-Por protegerte. Alejandro Pérez, tu papá amenazó a tu mamá, si ella aceptaba una defensa y decía la verdad, él mismo te mataría. Tu mamá firmó esos papeles porque tu papá la obligó. Ella firmó una confesión que logramos encontrar en otro expediente, uno perdido en el mismo penal. Esa confesión dice perfectamente que ella no hizo nada, fue obligada por Alejandro Pérez. Tus nos dirás ¿procedemos?
Oscar lo miraba fijamente. Apretaba los puños, sentía un nudo en la garganta.
-Voy a solicitar vigilancia en tu casa. Una patrulla para que estés seguro. Alejandro se enterará de lo que estamos haciendo, talvez intentará huir del país, pero sin antes cumplir su amenaza.
Oscar temblaba de miedo. Aceptó que el abogado llegara a las últimas consecuencias.
Salió del bufete sin decir nada. Pasó por una vinatería y compró una botella. Se metió a su cuarto y se embriagó.
Israel y Francis estaban preocupados porque el joven no respondía el celular y pronto tendrían que ver el papeleo del servicio social. Los dos llegaron a la casa de Oscar, brincaron la barda y entraron a la casa. Lo vieron tirado en el piso abrazado de la botella. Lo recostaron en la cama, tiraron la botella y se quedaron para acompañar a su amigo.
-Me siento horriblemente solo – dijo Oscar llorando.
-Oscar, no estás solo – le dijo Israel – para eso estamos nosotros jamás te vamos a dejar. Escúchalo. Siempre voy a estar contigo.
- ¿Me lo prometes? – preguntó Oscar.
-Te lo prometo.
Al día siguiente, por la mañana el dolor de cabeza se apoderó de Oscar. Despertó y vio a Israel al filo de la cama, de pie.
-Buenos días – le dijo Israel.
-No grites ¿Qué haces aquí?
-Rescatándote ¿crees que con alcohol vas a solucionar las cosas?
-Déjame.
-No te vamos a dejar. Ahora más que nunca debes estar fuerte, pronto entraremos al servicio social y tu mamá te necesita en pie, no borracho.

Fabricio Medina y Mario Villagrán se presentaron en el penal para visitar a Cintia.
- ¿Quiénes son ustedes?
-Me presento, soy el abogado Fabricio Medina y mi socio Mario Villagrán somos abogados penalistas.
-No, no, no. Eso nunca.
-Tranquila – le dijo Mario.
-Sabemos lo que Alejandro le dijo, pero debe confiar en nosotros. Oscar está en buenas manos. No está solo. No le pasará nada.
-No quiero que Alejandro mate a mi hijo.
-Tranquila. No debe preocuparse por él ¿nos sentamos?
Los tres se sentaron y revisaron el caso con Cintia quien dijo todo lo que había pasado.
Alejandro se enteró de lo que intentaba hacer Cintia, defenderse y demostrar su inocencia. Fabricio le solicitó a Oscar que saliera de su casa. Flavio le dijo que en su casa podría estar sin ningún problema. Al salir de su casa, Oscar no se dio cuenta que su padre lo seguía. Al entrar a la casa de Flavio, Alejandro logró brincar la barda del fraccionamiento, entró por la puerta de servicio subiendo hasta el piso cuatro, tocó la puerta y así de fácil logró colarse al edificio, entró a la fuerza al departamento de Flavio.
- ¿Así que tu madre quiere salir de la cárcel?
-Eres un maldito, siempre pensé que eres un desgraciado, pero ahora llegaste a mi límite.
-Cumpliré mi venganza, te mataré. Tu madre siempre fue inocente, tonta. La inútil siempre dijo que me amaba y firmó esos papeles para salvarme, pobre tonta, pero no te ha dicho la verdad…. – por poco y le dice que no es hijo de Cintia.
Después del intento de confesión, un disparó se escuchó.

Continuará…