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El regreso a la casa.


El aeropuerto estaba atestado de gente, estaba aterrizando el último vuelo de la noche, luego de la pandemia, muchos eran los que volvían al país.
Una mujer elegantemente vestida descendía del avión, nadie la estaba esperando, tomó sus maletas y luego se retiró en un taxi que la llevaría al lugar de su destino.
No tardó mucho en llegar, sacó unas llaves de su cartera y sin siquiera pestañear entró en la casa.
Todo estaba en perfecto orden, tal cual la recordaba, aunque veinte años era mucho tiempo para saber si algo no estaba en su sitio.
La revisó en su totalidad, los dormitorios, con sus camas tendidas, el comedor, el living, los baños con las toallas limpias y en perfecto orden, la cocina, la heladera repleta, todo tal cual ella lo había pedido.
En una pequeña salita, lugar donde solía hacer los deberes cuando era una niña, aún estaban sus muñecas, parecía que el tiempo jamás había pasado por su casa, pero todo aquello era irreal.
La doctora Marina Saravia, siendo apenas una niña había sido llevada a Inglaterra, lejos de sus padres, de sus amigos, de su familia con la cual sólo tuvo contacto por teléfono y los cuales se encargaron de darle toda la educación posible pagando sus estudios mientras vivía en un convento hasta que fue mayor de edad y pudo, gracias a sus estudios conseguir un empleo, al principio como enfermera hasta recibirse de doctora.
Nunca le faltó nada, salvo el amor de sus padres.
A la mañana siguiente, una llave giraba en la puerta de entrada, pero Marina no se asustó, sabía que el ama de llaves entraría en cualquier momento.
Esta mujer no vivía en la casa, pero mes tras mes recibía un sueldo para mantener la casa en orden, lista para ser ocupada en cualquier momento.
Marina acudió a recibir a la mujer que se disculpaba por no haber llegado la noche anterior, pero pensó que la hora no había sido propicia para hacerlo.
La joven doctora le hizo saber que estaba muy conforme con su trabajo, todo estaba en perfecto orden.
Olga, el ama de llaves abrazó a la joven diciéndole que era igualita a su madre, que sus padres estarían orgullosos de ella y que nunca entendió el motivo por el cual sus tíos jamás se ocuparon de ella, la hermana de su madre, Josefina, estaba casada y poco tiempo después viajó al exterior con su marido desentendiéndose por completo de ella y el otro hermano de su padre, Roberto, que era una bala perdida, también desapareció, sólo Alcides se ocupó de ella por lo que tenía entendido y aunque era soltero nunca la abandonó ni se marchó.
Marina perdió un poco su aire distante para mirar a la mujer y a pesar de que no la veía desde hacía veinte años, de a poco fue recordando sus facciones que, aunque estaban envejecidas aún eran la de una buena mujer.
Las mujeres se sentaron en el living a conversar y poco a poco Marina fue recordando el pasado.
Nunca quiso perder el dominio de sí misma, pero ante los recuerdos angustiosos de su último día en la casa, una lágrima resbalo sobre su mejilla entristeciendo también a Olga que recordaba a aquella chiquilla juguetona que vivía siempre contenta junto a sus padres.
Marina no sabía que Olga era aquella empleada que la llevaba a la escuela y con la cual jugaba, había sido contratada por la familia para mantener la casa por eso se presentó como si no la conociera, ahora todo le parecía distinto, al fin tendría a alguien que pudiera relatarle con lujo de detalles lo que había ocurrido.
Olga comenzó, a pedido de Marina a relatar los hechos de aquel fatídico día, cuando ella llegó temprano a la mañana, Marina ya estaba preparada para ir a la escuela, su madre trabajaba en su casa, era escritora y estaba terminando un libro mientras que su padre, un cardiólogo famoso, se estaba vistiendo para abrir su consultorio en la misma casa.
Olga cuenta que dejó a la niña en el colegio y volvió a hacer el trabajo de la casa, los mandados y la comida.
Al entrar algo no estaba bien, la puerta estaba abierta y esto era algo muy irregular, fue directamente a la cocina y allí encontró algo macabro de lo cual hubiera querido olvidarse, pero ni los años lograron que desapareciera de su mente.
La madre de Marina estaba caída en el suelo con un cuchillo clavado en su corazón, la sangre en el piso era demasiada, de inmediato supo que la mujer estaba muerta, instintivamente tomó el teléfono y llamó a la policía, aún sin saber que en el piso de arriba y de la misma forma se encontraba el padre de aquella niña que los había visto esa misma mañana por última vez.
Marina escuchaba a Olga sin mostrar ningún gesto en su rostro, era tal el dolor que aún a pesar del tiempo sentía que sus músculos no se movían.
Eso fue todo, decía Olga en su relato, después vinieron algunos parientes que se ocuparon de ti, de inmediato te llevaron a casa de tu abuelo materno y allí estuviste algún tiempo, nadie podía, ni sabía cómo decirte lo que estaba pasando, tu abuelo te decía que tus padres habían viajado a un lugar muy lejos y que por el momento no los ibas a ver, pero que él te iba a cuidar.
Marina recordaba a su abuelo, un hombre alto con una pipa entre los labios que la quería mucho, hasta le leía y le contaba cuentos, no recordaba haber visto a su abuela y esto se lo aclaró Olga al decirle que había fallecido unos meses antes.
La familia de Marina no era muy grande lo que sí, eran muy ricos por eso al fallecer su abuelo, decidieron que lo mejor para ella era que la llevaran a Inglaterra para que olvidara la vida que llevaba y pudiera crecer en otro ambiente sin tener que enterarse de las cosas horribles que la familia estaba sufriendo.
La policía durante mucho tiempo mantuvo abierto el caso, pero los años pasaban y los resultados no llegaban.
Cuando Marina creció quiso saber qué era lo que había sucedido con sus padres y fue ahí que un tío, hermano de su padre, viajó a Inglaterra para que al fin la muchacha supiera el triste destino de sus padres.
El golpe fue terrible, pero la fortaleza de Marina era a prueba de todo, luego de enterarse formalmente ya que siempre hay alguien que cuenta hasta lo que no sabe y que muchas veces oyera hablar de que sus padres estaban muertos, al fin sabía la verdad y eso cambió su manera de ser, había decidido que cuando fuera tiempo, cuando se recibiera, volvería a su casa. Sabía por su tío que la casa estaba siendo cuidada para cuando ella quisiera volver, era suya, era el legado de sus padres junto a todos los bienes que habían quedado.
Ahora Marina observaba todo y se preguntaba qué era lo que faltaba, en su recuerdo infantil, algo había cambiado, aunque por el momento no se diera cuenta.
Se lo preguntó a Olga a lo que la mujer no supo contestar, según ella todo estaba igual.
Olga siguió trabajando para Marina como habían acordado y se marchó para volver al día siguiente.
Esa misma tarde recibió otra visita, su tío Alcides, el mismo que había ido a Inglaterra años atrás y que le contara la verdad, quería verla.
Hablaron mucho, de todos esos años que ella no estuvo y de la familia, también de la policía, a Marina le extrañaba que jamás pudieran encontrar ninguna pista para saber quién había sido el asesino de sus padres.
Alcides le pedía que olvidara el pasado, que tenía una vida por delante y que a sus padres no les hubiera gustado que ella pagara con su pena por alguien que jamás encontrarían.
Marina despidió a su tío prometiéndole volver a verlo.
Un mes había pasado cuando Marina una tarde, entraba al despacho del comisario, un hombre mayor que había sido encargado del caso de sus padres.
El hombre no la conocía, pero sabía de su existencia por eso no le extrañó que fuera a verlo.
Luego de una extensa charla el hombre decidió acompañar a Marina a su casa, quería ver por sus propios ojos lo que Marina le había contado y lo cual le pareció muy interesante.
Fueron directamente al despacho del padre de Marina, allí la mujer sacó un cuadro que estaba colgado en la pared desde hacía muchísimos años y al comprobar que era tal cual ella se lo había dicho, el asesino pronto estaría identificado.
Debo contarles que me enteré de todos estos hechos por un amigo, soy periodista y suelo seguir crímenes no resueltos entonces este amigo me dijo que la policía tenía una pista de un crimen que había ocurrido veinte años atrás, de inmediato me puse en contacto con Marina y no me arrepiento, es una mujer extraordinaria, creo que me enamoré de ella el mismo instante que la vi.
De esto hace dos años, el asesino está entre rejas, Marina y yo nos casamos y vivimos en la casa que fuera de sus padres, aunque imagino que quieren saber quién es el asesino y cómo Marina llegó a descubrirlo por eso paso a relatarles lo sucedido.
Marina recordó los cuadros que habían en la casa, su padre tenía muchos de ellos y aunque era una niña, él le contaba que esos cuadros los había comprado para ella porque a pesar de ser muy caros, se daba el lujo de tenerlos por si algún día ella necesitara vender alguno, eran legítimos, de pintores famosos y que los tendría siempre en la pared para que no llamaran la atención, que sólo la familia sabía que eran legítimos y esto llamó la atención de Marina al volver a su casa, los cuadros que vería eran parecidos pero no eran los mismos y eso fue a contarle al comisario que de inmediato lo supo, un miembro de la familia había sido y luego de investigar muy de cerca lo descubrió, Alcides, el hermano del padre de Marina era apostador y por aquella época se supo que vendió cuadros a coleccionistas inescrupulosos. Al verse acorralado, Alcides confesó que había matado a su hermano al encontrarlo robando uno de los cuadros y que al ser descubierto por su cuñada tuvo que eliminarla también. También les dijo que el remordimiento no lo dejaba vivir y que decidió ocuparse de su sobrina, visitándola y estando en contacto con ella, el resto de la familia casi no existía, eran personas muy mayores que habían ido muriendo o viajando a otros países, sólo quedaba él.
Pronto nacerá nuestro segundo hijo, Marina al fin pudo olvidar para comenzar esta hermosa vida que nos está esperando.

Omenia
12/11/2022


Texto agregado el 14-11-2022, y leído por 94 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
15-11-2022 En lo medular, el cuento es atrapante y uno se queda esperando saber quién es el asesino. Aquí no tenemos sospechosos actuando como inocentes, pero no hace falta porque el relato es seguido con dientes, muelas y uñas con el único deseo de saber quién cometió el crímen. Un abrazo grande, amiga. Guidos
15-11-2022 —Un muy buen cuento que desde el comienzo nos lleva por caminos de intriga que al final los lectores logramos saber, tal como debe ser en todo relato de misterio policial.—Sí creo, desde mi punto de vista, que el cambio de relator final no era necesario. —Un abrazo. vicenterreramarquez
15-11-2022 Me parece que el final es precipitado, muchas cosas condensadas en pocas líneas y no de manera tan clara. Creo que si se extendiera al final, cuidando detalles como lo hizo al principio, sería una historia mejor. Saludos. Rue
14-11-2022 Es un cuento extenso Ome, pero gracias a tu ágil prosa, me supo corto. Se lee con mucha fluidez , nunca se pierde el interés de saber del móvil de los asesinatos. Es un cuento que seguramente agradará a los lectores que tienes. Un abrazo grande amiga. sendero
14-11-2022 Comencé a leer las primeras líneas de tu cuento y me gustó como cuentas la historia trágica de Marina. remos
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