Sabor de la aventura.

Carola era una mujer casada que sin darse cuenta entró en ese juego tan de moda en estos tiempos que destruye no sólo a la familia sino también a la persona que lo practica.
Sabía que no tenía derecho a hacerlo, pero ese sabor picante de algo nuevo y desconocido le hizo olvidar que la vida no es un juego.
Día tras día contestaba aquellos mensajes que por unos instantes diarios la sacaban de la realidad para sumergirse en la mentira y el engaño.
Jamás dijo algo que fuera cierto, la mentira era más poderosa que la verdad, con ella decía o más bien escribía quizá lo que le hubiera gustado que fuera cierto y que jamás lo sería.
Tanto se había posesionado de su personaje que, como un actor que desea interpretar bien su papel sobre el escenario, terminaba creyendo ser el personaje.
Por supuesto que aquello no fue más que una aventura, algo que jamás volvió a repetirse, pero ahora que los años pasaron, Carola siente ese remordimiento que parece penetrar en sus huesos, en su alma y que a pesar de ni siquiera recordar el nombre de aquel hombre, todavía siente pena, no por ella, todo lo contrario, ella disfrutó aquello, recuerda con placer cómo eran creídas sus mentiras y pensaba qué si algún día lo hubiera visto en persona, no podría parar de reírse.
Si, es cierto que Carola en aquél momento disfrutaba de la mentira, pero ahora que los años terminaron tantas cosas de su vida real, le hubiera agradado poder volver a tener aquellas charlas escritas que la alejaban tanto de su realidad, también quizá hasta le hubiera revelado a aquel extraño hombre, que lo que le hacía sentir no era cierto y que jamás quiso que lo fuera, pero que a pesar de todo era un ser humano con defectos y virtudes y que se arrepentía de todo aquello que no dejó nada positivo en su vida ni en la de él aunque a veces piensa en aquella extraña aventura y se pregunta sabiendo que la respuesta nunca llegará, ¿Qué será de él?

Omenia
7/11/2022