Entretenida a más no poder, ese domingo, la Señora D lo pasó de maravilla. Para empezar les cuento que se encontraba de vacaciones en Estambul, en un hotel de 5 estrellas. La noche anterior, al lavarse los dientes y pasar un hilo dental por entre ellos, se le cayó el diente de adelante que era una funda en realidad. Lo guardó en su mesita de noche, y al día siguiente para no perderse el desayuno buffet y que nadie note nada, se lo pegó con un pedazo de chicle, total, masticaba con las muelas, no con los dientes delanteros.
Como no encontró ese día un odontólogo de urgencia, para entretenerse vio un corto iraní, hablado en griego y subtitulado en turco, de cinco horas y media de duración.
Muerta de risa, al entender sólo por las imágenes algo, (y tergiversar por completo todo. ya que era un dramón de aquellos) terminó de verlo, y se fue a pasear.
Pero ahora les haré una pregunta: entre nosotros, ¿quién es capaz de perderse en dos cuadras a la redonda? acertaron al pensar en la Señora D! Trató de conseguir en el hotel un GPS personal, pero no tenían. Por lo tanto alquiló un auto. Claro que ella manejando es un verdadero peligro, y más en Turquía...Atropelló a varios que llevaban al parecer, toda la casa encima de sus cabezas, no sé si los vieron, esos que tienen el ropero, todos los muebles del living, las macetas, la cama, el loro, y encima un colchón con cuatro pibes y una lámpara para alumbrar, y se la pasan subiendo y bajando por esas callecitas empedradas de siglos, a través de todo Estambul... Bueno, liquidó a varios de ellos. Tal vez era un servicio de mudanzas, no lo sé. Pero que ya no existe más, se los aseguro.
El problema grande lo tuvo al querer bajar y subir unas escaleras con el auto, también hubo algunos inconvenientes con los cambios, ya que estaba acostumbrada al automático; hacía tanto ruido con el acelerador y el embrague, que se la oía a quince cuadras. Luego, cuando quiso estacionar, emitió varias órdenes, y se quedó esperando mientras seguía dándole órdenes, pero el auto se quedó lo más tranquilo. Comenzó a gritarle entonces en guaraní, y hasta en hebreo, pero siguió sin reaccionar el pobre auto. Todo esto surgió porque ella toda su vida quiso creer, que el coche solito se desplaza horizontalmente y luego, se coloca en el lugar para estacionar, así de simple, directo y claro. Como tal cosa no sucedió, lo dejó en medio de la avenida y se fue.
Al día siguiente, aún con el diente en la mano, estuvo en el Aeropuerto para proseguir viaje a Hawai. Había quedado con su familia en encontrarse allí, en Honolulu, para unas cortas vacaciones. Viajó en United, y luego de más de treinta horas y dos escalas, aterrizó.
Algún día, les contaré lo que fue ese viaje...
|