...sin mucho que perder, gasté mis últimos recursos y me fui de turista al país vasco. Sin nada que perder ya, pues mi vida había transcurrido los últimos años en mi Chile natal con muchos problemas personales, hacerme cargo de una madre anciana en estado senil y el abandono casi absoluto de mis hermanos y hermanas que como es típico me dejaron solo, corrí con todos los costes que esto conlleva, todos los problemas imaginables que esta situación provoca, todo lo saqué adelante en los últimos seis años, terminé en médicos, psicólogos, psiquiatra...a pesar de toda mi rabia e impotencia acumulada y todo el estrés fulminante, logré que ella viviese con dignidad hasta el último de sus días. Una noche a solas con ella , la despedí . Es importante que las personas entiendan que no se muere con dignidad, se VIVE con dignidad. Como les contaba, luego de un año de su partida, logré que en mi trabajo me despidieran y me pagaran los doce largos años que trabajé en esa bendita industria. Pensé ¿ qué hago? ya con todo el tiempo del mundo con algo de dinero en el bolsillo y sin ningún futuro ( debido a que quedé con secuelas ) investigué y descubrí al pueblo vasco, un pueblo que me identifica, un pueblo que por su historia , quizás en una vida pasada, fue mi hogar. Es así que aunque su lengua genuina es el Euskera, se habla español y me dije ¿ porqué no?. Es así que saqué el pasaporte, olvidé el miedo a volar, jamás lo había hecho y emprendí viaje, desde que puse un píe en el norte de la bella España, me recibieron con los brazos abiertos, es como si me estuviesen esperando, me sentí como el cuarto rey mago, me adentré en los pueblos de Euskadi , dije Kaixo por aquí y Agur por allá. Dancé como un niño en sus rondas, sonreí como el hombre que soy. Y así pasaron hermosos días y hermosas noches y cuando ya me había recuperado de todos mis males, apareció ella, blanca como la nieve, con un cabello ondulado negro que llegaba más abajo de su esbelta cintura y sus ojos negros como el azul del cielo me hablaron al espíritu, sin pasar por mi cuerpo ni mi mente. Su sonrisa se fue acercando hasta centímetros de mi cara, de primera sentí un miedo espantoso, luego , al cabo de unos segundos su sola presencia me fue tranquilizando hasta que extendió su brazo y tomé su mano con los dedos más hermosos que hube de ver en mi vida entera, bailamos toda esa noche sin decir palabra alguna, esa noche descubrí que el amor existe y su idioma, al menos para mi fue en Euskera.