Esperada primavera
que alumbras la penumbra
del otoño a medio morir.
¡Otoño medio dormido!
¡Otoño medio vivo!


Adormiladas orugas
que descubren sus alas
al final de su largo sueño.
Juguetones colibríes
de aleteo infatigable
que comienzan
a danzar entusiasmados.


Abejas que zumban
su canto de abundancia,
su canto de cosecha,
madrugando
la verde siembra.


Como no coger
la paleta de colores
para pintar de verde
el sombrío otoño.


Como no escoger
entre cientos de verdes
que se tiñen
ante mis ojos,
sobre los grises tonos.


Pintar como
preludio del multicolor
de tonos encendidos,
para hacer florecer
el parque hermoso,
tras el gris, escondido.


Verde de la esperanza
en la larga espera.
Verde que se desmarca
de la hoja en la ternura
de un delicado brote.


Verde sombrío
para acompañar
a la soledad.
Verde pistacho
para engañar
a la oscuridad.


Verde limón
para apagar la sed
de la reseca garganta.
Verde de la vid,
promesa de abundancia
de la copa bien servida.


Verde llameante
como vela encendida.
Verde delator
del agua escondida.
Verde. Verde.
Custodio de la vida.