MERENGUE A PUERTA CERRADA

Tus trenzas serán siempre un simbolito
pues para mí tu símbolo es tu boca,
y esas piernas que duras como roca
van moviendo tu cuerpo de granito,

contorneando tu pecho a la derecha,
que de merengue sabe como el otro,
que a la izquierda se mueve como potro;
y a mi mente le llega la sospecha

de que una güira corre por tu vientre,
dejando a la trompeta que honda entre
al centro entre tus piernas sin demora;

el saxo va meciéndose en tu espalda,
y mi acordeón se dobla en cada nalga,
mientras yo soy palito en tu tambora.