Iruya
Me dijiste que querías conocer Iruya, que cuando fuiste la última vez con tu última novia no tuvieron oportunidad. El camino es muy largo y sinuoso, hay que llegar a las cumbres de Salta y luego bajar para ver ese pueblito colgado de la montaña no contaminado por la mano avariciosa de los hombres capitalistas, y el merchandising abusivo.
Recién me entere que igual no podrías haberlo visitado. Se necesitaba no apunarse, no tener problemas cardiacos, no tener stends, no sufrir de diabetes adquirida, tener capacidad pulmonar, ni haber sido fumador en los últimos 10 años.
Tu camioneta esa vieja y sucia igual te llevó, con ella a San Martin de los Andes, a Quila Quina esa maravilloso y paradisiaco paraje, al borde del lago Lacar, con los tres picos de las montanas, porque así se llama el lugar, y los cóndores sobrevolando las alturas. Te compraste también la lancha y el motor de 50 caballos de fuerza para navegar con ella.
Tiempo después te dejo, te puso la perimetral. No sabias el motivo y nunca lo averiguaste, porque te mataron el 1 de enero del 2022, y ya estas con tu hija.
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