Gritó al cielo de los mortales y a sus dioses inútiles una burla eterna, pues sus esfuerzos fueron nulos para acabar con esa lastimera existencia.
Caminò por el más obscuro de los paisajes conocidos por el hombre, pues sus valles desérticos, colmados por el invierno más frío, permitían que allí crecieran las malezas más horribles y venenosas, nacidas por las semillas de resentimientos, odios, fracasos, lágrimas, sufrimientos y miles de esencias y acciones furtivas. Sus tierras arenosas y heladas quemaban su corazón, mientras el viento soplaba en su cara como si quisiera empujarle los ojos hasta lo más profundo de su cuerpo y anhelara que se quedaran allí durante toda la eternidad.
Ha batallado durante toda su vida contra un cielo en llamas, contra humanos hediondos y odiosos, contra infinitos dolores que lo maltrataban a diario.
Pero sin saberlo, al caer la noche observo una luz en el horizonte; ante sus ojos, se encontraba la luna, bella como ninguna otra, entregò luego todo su poder, su paz, su belleza, y fue entonces que aquel desfallecido guerrero casi a punto de caer, pudo ponerse en pie para recibir así, toda la majestuosidad de chía (la grandiosa diosa luna), retomando todas sus fuerzas, pudo llegar al final de aquel pasaje de su vida.
Y este es el comienzo de aquel nuevo camino que determino a tomar, donde ese gran rayo de luz que mandóse su amiga la luna, ha tomado su mano y mutuamente se han llenado de calidez y ternura llevandolos así por algo demasiado precioso y liberador, y fue entonces en algún lugar del extenso universo, un hombre se atrevió a lanzarle una burla a su destino. Fin?
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