De pronto, la letra ñ experimentó un curioso cambio y se transformó en un punto inocuo que de algún modo expresaba algo parecido a una disconformidad. Quizás no fuese tan importante aquello porque es una grafía que se utiliza pero en menor medida que las demás. Ningún técnico podría reparar aquello que conllevaba una causa no expresada, pero defendida con voluntad de acero.
-En todos los teclados, esa letra se ha invalidado. Si fuese un país de habla germánica, este asunto sería inexistente, pero en el habla castellana es importante.
-Podríamos enviar los correos escritos a pluma y papel, pero las normas exigen que se utilice un formato determinado: arial 10 a doble espacio o New Times Roman12 a espacio simple.
-Las radioemisoras están informando de esta eventualidad y lo más divertido es que comentan que esta es la noticia más extrana del ano.
-¡Ja ja ja! Es que leen lo que les entregan y no se dan cuenta de los gazapos.
-¡Que curiosa huelga esta! Lo peor es que no sabemos cuándo terminará!
La gente ha acudido a sus computadores percatándose de la situación. La letra ahora semeja un arácnido muerto, con sus patas recogidas sobre su vientre. Si lo tuviera, por supuesto.
Las autoridades toman cartas en el asunto prometiendo fabricar sobre la marcha millones de teclados. Esto se realiza con la mayor celeridad, los tableros ahora son enormes rumas en las estanterías de las fábricas, proyectándose de paso un pingüe negocio. Para lamento de todos, la letra en cuestión no recobra su postura original y permanece enroscada sobre sí misma. Se ha desperdiciado un valioso tiempo y una estratosférica cantidad de recursos para nada.
El asunto escala a nivel gubernamental en que todos los países de habla hispana realizan una reunión urgente para tratar esta cuestión.
-Estimados colegas- se dirigió a la concurrencia el elegido presidente de este encuentro- la situación que ahora nos convoca es de extrema urgencia. Demás está expresar que el idioma espanol corre grave peligro si consideramos que ahora es la letra con la colita arriba (obvió nombrarla, reparando que sin darse cuenta había dicho espanol), pero mañana o cualquier día será otra y así, de manera paulatina se irá perdiendo la esencia de nuestro bello idioma.
Uno de los presidentes alzó su diestra para solicitar la palabra y en su discurso propusó que como medida de urgencia se utilizara la letra ge con la ene, que no sonaría como la susodicha, pero sacaría del paso.
Algunos estuvieron de acuerdo con dicha iniciativa, con los reparos que sería una falsificación sonora.
-Sonaría extrano, senores, expresó otro, volteándose todos para percatarse que no los habían traicionado sus oídos.
-Lo siento, senores. No puedo pronunciar la letra.
Y cada uno de ellos repitió la frase, entendiendo que tampoco podían pronunciarla. La sorpresa y la desazón se hermanaron para transformar en sus rostros la más curiosa expresión.
Los titulares de la prensa noticiaban al día siguiente la feroz nueva. Ya las multitudes se habían desayunado con el hecho que la letra aquella había desaparecido de su pronunciación. Siendo importante, su ausencia creaba ridículas muecas en cada rostro. El espanol estaba herido de gravedad y se temía que en el transcurso de los días las demás letras se fueran sumando a esta especie de conjura de tan desconocidas razones.
-Tengo un miedo atroz a expresarme.
-Y yo. Siento como si me hubieran cortado un trozo de lengua.
-Sería una buena oportunidad para ensayar el lenguaje de senas.
-Segnas, ahora se dice segna.
-Curioso. Alguna vez utilicé ese recurso en un teclado de Estados Unidos. ¿Será esto algún tipo de virus?
Puede parecer fantasioso, pero cuando muchos trataron de arreglárselas con el más antiguo método, es decir, con lápiz y papel, al tratar de dibujar la letra aquella, el lápiz se les encabritó entre sus dedos esquematizando en cambio una especie de remolino que parecía girar sobre sí mismo.
La solución consistió en adquirir los teclados gringos que desconocían esa letra y tratar de sobrevivir ya sin ella. La letra ene reemplazó de buena gana (esto, porque no mostró señal alguna de rebeldía), aduenándose de su papel. Los que tenían apellidos con la letra aquella, debieron resignarse a expresarlo de manera distinta desde entonces.
Concluyendo, se ensenó en los colegios el idioma espanol con esta inexplicable carencia y la gente se amoldó a esto, entendiendo que no había modo de recuperar lo ya perdido. Hasta rostros risuenos comenzaron a manifestarse en las atiborradas calles de todas las ciudades de habla espanola.
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