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Somos una familia parte 31

Después de mucho tiempo vio a sus compañeros. Todos estaban muy contentos, pero en especial Israel que esperaba con muchas ganas a Flavio.
Pasadas las cinco de la tarde por la puerta de “La Mayorga” entró el rubio de ojos verdes.
Oscar levantó la mano para que lo viera. A Israel se le salió el corazón cuando lo vio sin su bata, la corbata y el papel de médico. Oscar lo presentó como un compañero del hospital. Francis como si fueran grandes cuates lo presentó con todos sus compañeros.
Francis le dio una cerveza a Flavio quien se sentó junto a Oscar y Margot. Del otro lado del bar estaba Israel. Los dos se saludaron de lejos y Flavio levantó la cerveza Israel respondió de la misma forma.
Israel se acercó a Flavio y platicaron. Ahí había mucha tensión, tensión sexual. Saliendo del bar Oscar y Francis aprovecharon la noche, tenían tiempo de no follar, pero antes dejaron a Margot en su casa. Flavio le ofreció a Israel llevarlo a su casa.
Tenso el ambiente, Flavio le sacó las palabras al joven.
-Tenía mucho que no salía a tomar – comenta Flavio al volante.
- ¿No tienes amigos?
-La mayoría trabaja en el hospital militar. A veces me doy el tiempo de salir, pero normalmente el trabajo me absorbe. Tú te llevas bien con tus dos amigos.
- se dijo a sí mismo.
-No pude llegar más temprano porque tuve una cirugía.
-Oh, no hay problema, lo entiendo.
Flavio lo dejó la puerta de su casa. Israel estaba emocionado por estar cerca de aquel médico. Entró a su casa. Se recargó en la pared del patio.
- ¿Y esa sonrisita? – pregunta su mamá.
-Nada.
- ¿Nada? te dejó en la puerta.
-Mamá, no me quiero ilusionar – dice el joven médico.

Los tres jóvenes ya habían cumplido nueve meses en las residencias. Ya les faltaban tres meses para pasar al servicio social.
Flavio fue directo al grano. Después de salir de una guardia se acercó a Israel.
- ¿Habrá posibilidad que mañana saliendo de tu turno salgamos? – preguntó Flavio en el estacionamiento.
- ¿Me estás invitando a salir?
-Sí.
-Está bien. Mañana es sábado, y tú mismo nos diste los horarios.
-Entonces, te veo mañana en el estacionamiento.

Los dos estaban sentados en la parte de arriba de un restaurante del centro. Ahí los dos cenaron a gusto y platicaron.
-Entonces ¿Cómo está tu hermana?
-Bien. Está creciendo ya tiene tres meses. Mi hermano Alex está rebelde.
- ¿Qué edad tiene?
-Trece.
- ¿Y tú? – pregunta Flavio.
- ¿Yo? Pues tengo veinticuatro. ¿tú?
-Tengo treinta y cuarto.
- ¿Has tenido pareja? – Israel lo interrogaba.
-Sí. Tuve una novia hace seis años.
Israel sintió una terrible decepción.
-Y también tuve un novio.
Israel lo miró extrañado.
-Sí, soy bisexual – respondió Flavio.
Esa era música para sus oídos.
En la semana, Flavio e Israel se mandaban miraditas, la tensión sexual era enorme, se traían ganas. Flavio es un médico bastante exigente con sus residentes y no permite errores. Israel es un estudiante responsable, siempre con el ímpetu de aprender y mejorar en su trabajo. Los dos no querían exponer su trabajo ni su reputación en el hospital. Flavio se las tenía que ingeniar, tenía muchas ganas de probar esos labios. Quería decirle lo que siente, pero no sabe cómo. Él sigue pensando que Oscar siente algo por Israel.
La oficina de Flavio está al final del pasillo, todo el día hay residentes u enfermeras esperando instrucciones del médico. Esa noche estaba tranquila. Los pacientes eran pocos, el trabajo no fue mucho, esa era su oportunidad.
Le envió un mensaje, le dijo que quería verlo en su oficina. Israel tocó a la puerta, y entró. Flavio se levantó y de un arrebato lo besó. Israel respondió al candente beso.
-Perdón. No, no, no. No debí. Fue un arrebato. Yo no acostumbro hacer esto.
-Estuvo hermoso – Israel se mordió el labio.
Ahora, Israel besó a Flavio. Los dos se pegaron a la pared. Se besaban con mucha intensidad. Del otro lado del pasillo una enfermera tocaba la puerta. Los dos hombres se separaron. Israel tenía la respiración acelerada. Flavio se sentó frente a su escritorio indicándole a la enfermera que podía pasar.
En el momento en el que la enfermera entró, Israel salió del consultorio. El joven quería más, quería coger con él, arrancarle la piel de la excitación, pero estaban en el trabajo.
Al día siguiente, Flavio se disculpó con Israel diciéndole que ese no era su estilo.
-No debí hacer eso. Siento que te sometí.
-Shh, calla. Ese arrebato de pasión me encantó – le respondió Israel en un rincón del hospital – tú me mueves, me traes loco. No dejo de pensar en ti en ningún momento. Estás guapísimo. Me dejaste con las ganas de ser tu presa. Quiero morderte, besarte, cogerte.
Flavio se limitó a observarlo fijamente a los ojos. El médico se acercó a Israel y lamió sus labios. Flavio caminó por el pasillo, el joven vio como su jefe se iba alejando para desaparecer. Israel tomó su boca cerrando los ojos.

Continuará…

Texto agregado el 01-10-2022, y leído por 53 visitantes. (1 voto)


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