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Corría el año 1979, 26 de septiembre para ser más exactos. Teníamos como rutina ir a comer a la casa de mi tía los domingos. Muchas veces, Noly la hermana de mi mama, hacia unas pastas que eran fenomenales. Unos ravioles caseros que siempre terminábamos pidiendo más hasta rasgar con un pan lo último que quedaba en nuestro plato. Para chuparse los dedos, según palabras de mi papá.
La cita se daba temprano y mientras mi mama con mi tía se ponían al día en la cocina, yo con mis primos jugábamos a la pelota en su jardín. Ese día, lo recuerdo patente, usamos un objeto diferente como poste para nuestro arco. Era algo así, como un objeto redondo de barro o cemento. Adentro de él tenía tierra y una planta sobresalía de su interior. Recuerdo que tuvimos que trasladarlo entre los dos por lo pesado que era. Martin, mi primo, me dijo que eso se llamaba maceta y era la casa de las plantas. No se necesitaba tener tierra en tu patio para plantar las plantas. Las macetas se pueden trasladar y de ahí, se puede tener plantas adentro de tu casa, en un balcón o simplemente en el jardín arriba del pasto. Era genial.
También era muy útil como palo de un arco, ya que no se rompía fácilmente y al estar lleno de tierra, soportaba los pelotazos que daban de lleno en su base. Era mejor que un buzo.
Mi primo me dijo que las macetas siempre estuvieron ahí, en la casa. Que hay de diferentes tamaños y formas y materiales. Me mostro cerca de un pequeño galpón, algunas macetas vacías. En ellas, probamos en ese instante, que podían ser usadas como casco, siempre que no pesaran demasiado. También podían ser usadas como caja fuerte, escondiendo la plata que nos dieron en nuestra comunión, para que ningún padre la pueda utilizar. Y también otras alternativas que con mi primo habíamos decidido no divulgarlas.
- A comer!!!!!!!!!!!- se escuchó el grito de Noly.
Al escuchar el grito, patee la pelota que justo dio en el poste y quedo ahí. La maceta ahora cuidaba la pelota. Nosotros fuimos a deleitar los ravioles caseros. Mi comida favorita de aquella época.

Texto agregado el 26-09-2022, y leído por 63 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
28-09-2022 Buena redacción y ritmo. Saludos. rekharey
27-09-2022 Un recuerdo de infancia, de ésos que no se olvidan. Cuando se es niño y se juega a la pelota, cualquier objeto sirve para el propósito. maparo55
27-09-2022 Lindos recuerdos. Y claro: el privilegio de deleitarse con los ravioles de tu tía hacía suspender cualquier juego. La pelota, en tanto, bien cuidada por la maceta que la custodiaba. Fresco relato con sabor a inolvidables tiempos pasados. Saludos. Clorinda
 
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