TIERRA DEL SOL Y LA LABRANZA
De origen chibcha se creó,
donde mi Dios lo ha señalado
con agua pura y cristalina
en la ladera de medio lado.
Tierra del sol y la labranza,
es el nombre de Socotá,
es la tierra que atravesó Bolívar,
por el páramo de Pisba,
y donde Dios marco la gloria, para darnos la libertad.
Debajo del Oticón,
con la guitarra e inspiración,
aparecieron las canciones,
que dan cuenta de su tradición,
nombrando a Chusvitá,
con su trago de chirrinche,
así como a Parpa la intelectual.
Qué bueno es ser socotense,
con ambiente tropical,
con gente amable y trabajadora
y lista pa´ parrandiar,
en las fiestas de diciembre y patronales igual.
El pueblo ha mejorado, con la cosa del carbón,
ya las cocinas tienen combustible,
para preparar el mute, la costilla y el tamal,
recordando a doña Jacoba, Rosebelia, Chinca y demás,
con esas comidas listas, para degustar.
La iglesia, con su torre en la plaza,
la Virgen del Carmen, protectora del transporte y mineros,
en estos tiempos obligados de aislamiento,
por cuenta del coronavirus.
Las campanas de la iglesia están sonando,
en sus calles despojadas y vacías,
por la pandemia de la COVID-19,
que a todos nos tiene, padeciendo el coronavirus.
(¡Ojalá que nunca más, la COVID-19, llegue por aquí!)
Socotasito querido,
es la tierra, del suspiro,
porque el lugar donde se nace,
nunca se vuelve un olvido.
NEVERS GERMÁN OJEDA GÓMEZ
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