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Somos una familia parte 29

Al día siguiente, los tres amigos repitieron la fórmula, Francis y Oscar comiéndose a besos mientras que Israel tomaba un café calientito pero solito. Flavio los miró de nuevo, pero no se acercó a ellos. Mantuvo la distancia.
-Está guapísimo – menciona Francis.
-Lo está – Israel comenzaba a enamorarse.
-La debe tener enorme y muy jugosa ¿ya le viste el paquete? – Francis se dirige a Israel.
-Con la bata no se le ve muy bien.
- ¿Y cómo piensas acercarte a él? ¿él ya sabe que a ti te gustan los hombres?
-Pero no sé si él es gay.
-Pues investígalo – Francis le recomienda.
Mientras Israel veía la manera de acercarse a Flavio en lo personal, su mamá comenzaba con labor de parto.
Por la mañana se sentía terrible, unas contracciones aparecieron. No pararon. El viernes por la noche la llevaron al hospital y en cuestión de horas sentía que la creatura se salía. Emilio logró entrar con ella. Ni siquiera fue necesaria la epidural, simplemente pujó y la niña nació.
- ¡Qué alivio! – exclamó Nuria al sentir que su bebé estaba afuera del vientre.
Cargó a la pequeña. Tenía los ojos de su papá. Era toda parecida a Emilio. La bebé llevaría el nombre de Camila. Todos en la casa estaban felices con la llegada de la bebé. Israel cuando conoció a su hermanita se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Hola mi bebé. Yo soy Israel tu hermano mayor y te voy a cuidar – le dijo a la pequeña que le tomó el dedo a su hermano.
Todas las noches, antes de acostarse Israel pasaba a darle el beso de las buenas noches a su hermano Alex y a su hermana Camila.

Los que no están nada felices eran en la casa con Gonzalo.
Gonzalo estaba harto, había regresado a la vida que tenía antes. Llena de gritos, los mismos chantajes de su madre. Todos los días su madre dice “ya soy una vieja” “ya no sirvo” “me voy a morir como mi madre” “ya soy un estorbo”
Todas esas frases pesaban sobre Gonzalo. Ahora tendría que lidiar con las discusiones entre Julieta y Roberto.
Su papá no movía un dedo en la casa, quería que lo atendieran como rey. No aportaba dinero a la casa, no trabajaba. Todo el día estaba mirando el televisor.
Como siempre trabajó en una oficina en la que le pagaban por honorarios, no tenía derecho a una pensión, así que no tenía ninguna ayuda del gobierno. Toda la carga económica y emocional caía sobre los hombros de Gonzalo. Todos los días sentía una opresión en el pecho. Comía y comía todo el día. Se daba atracones en la oficina. En la casa, comía a toda prisa para no tener que convivir con sus padres. Su sobrepeso no le ayudaba en nada, por las noches sufría de ataques, le costaba respirar.
Gonzalo se presentó en el hospital después de mucho tiempo. Julieta le había dicho que el médico era un exagerado y que Gonzalo estaba sano.
Cuando Héctor Medina vio el expediente de Gonzalo en su escritorio le solicitó a Francis que lo atendiera. No sería la primera consulta para la joven.
-Francis, ven. Necesito pedirte un favor – le dijo Medina.
-Dígame doctor.
-Quiero que atiendas a este paciente. Dejó de venir. Es de eso pacientes que hace lo que quiere con su salud.
-Entiendo.
-Quiero que le digas la importancia de mantener un peso adecuado. Tiene asma.
-Está bien, doctor.
-Confió en ti.
Francis lo primero que vio es que Gonzalo tiene una terrible depresión y debe atenderse con urgencia. Su problema para respirar está relacionado directamente con el asma que padece, pero el sobrepeso y la carga que trae encima no ayuda en nada.
Gonzalo decidió buscar a su hermana para que le prestara dinero. Lo necesitaba para comprar su medicina. Pero también era para mantener a su mamá y papá.
Con amigas de Nuria logró conseguir su dirección. La bebé estaba dormida en su cuna. Ya tenía un mes de nacida. Clara ayudaba a Nuria, no era lo mismo cuando se convirtió en madre de un joven de diecisiete y de seis que de una niña recién nacida.
El timbre sonó y Emilio abrió la puerta. Gonzalo solicitó hablar con su hermana. Admiró la casa, ordenada, amplia. Todo lo contrario, al departamento en el que vivía.
- ¿Quién es? – preguntó Nuria a Emilio.
-Gonzalo está abajo. Quiere hablar contigo.
- ¿Qué? Pero ¿Qué hace aquí? ¿Quién le dio mi dirección? ¿sabrá de la niña? ¿Qué hago?
-Baja y le digo a mi mamá que suba para que esté con la niña y no llore.
-Está bien. No quiero que sepa de la niña.
Nuria bajó y vio a su hermano después de muchos años distanciados.
-Tenía tiempo que no te veía – fue lo primero que le dijo su hermano.
- ¿Qué se te ofrece? ¿Cómo sabes mi dirección?
-Paola me dijo que vives aquí.
- ¿Qué quieres?
-Es que tengo que pedirte algo. Me hicieron estudios hace tiempo. Tengo asma y necesito un tratamiento. Fui de nuevo al médico y me dieron otro tratamiento, pero es muy caro.
-Aja ¿y?
-Necesito que me prestes dinero.
- ¿Ahora se te ofrece venir a verme? ¿a pedirme dinero? ¿Ahora si soy tu hermana? Después de que ni tu ni mi mamá hicieron algo para defenderme.
-Es que…
-Mira. No sé cuánto necesites, pero vete. Ten. La mujer le dio dinero que sacó de su cartera.
-Te lavaste las manos con mi mamá – le reprochó Gonzalo.
-Sabes que eso no es verdad. Cuando mi papá me corrió de la casa, ustedes no fueron para buscarme. Me dejaron sola. Ahora, vete.
-El dinero también es para mi papá. Ya apareció, vive con nosotros.
A Nuria se le hizo un nudo en el estómago.
- ¿Mi papá?
-Sí. Dice que nada más lo están molestando con lo de la tal Fabiola.

Continuará…

Texto agregado el 24-09-2022, y leído por 44 visitantes. (1 voto)


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